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Linfoma no Hodgkin

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Un linfoma es un cáncer del sistema linfático, que forma parte del sistema inmunitario del organismo y ayuda a filtrar y expulsar al exterior bacterias, virus y sustancias no deseadas.

La mayor parte del tiempo, no somos conscientes del funcionamiento interno del sistema linfático a menos que los ganglios linfáticos se nos inflamen y aumenten de tamaño. Esto suele ocurrir durante las enfermedades y es un indicador de que el sistema linfático está trabajando duramente para filtrar las sustancias nocivas y expulsarlas del cuerpo.

Sobre el linfoma no Hodgkin

El linfoma no Hodgkin es una enfermedad en la cual se forman células cancerosas dentro del sistema linfático y empiezan a crecer de forma descontrolada.

Existen varios tipos de linfomas. Algunos contienen un tipo de células linfoides (denominadas "células de Reed-Sternberg") y se agrupan bajo el nombre de linfoma de Hodgkin.

Todas las demás formas de linfoma pertenecen al grupo no Hodgkin. Las distintas formas de linfoma no Hodgkin se caracterizan por el crecimiento maligno de los "linfocitos" (un tipo de glóbulos blancos), que se alojan en los ganglios linfáticos.

Factores de riesgo

Las causas exactas del linfoma no Hodgkin todavía no están claras, pero los médicos han identificado algunos factores de riesgo, como los siguientes:

  • tener afecciones que debilitan el sistema inmunitario, como el SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida)
  • tomar medicamentos depresores del sistema inmunitario tras un transplante de órganos
  • exponerse a determinados virus, como el virus Epstein-Barr (que suele provocar mononucleosis)
  • tener un hermano afectado por la enfermedad

Aunque no se ha establecido una relación concluyente entre los factores referidos al estilo de vida y los linfomas infantiles, los niños que han recibido radioterapia o quimioterapia para tratar otros tipos de cáncer parecen tener mayor riesgo de desarrollar linfomas más adelante.

Los exámenes pediátricos periódicos permiten detectar los síntomas iniciales del linfoma cuando este tipo de cáncer está ligado a los tratamientos o afecciones antes mencionados.

Signos y síntomas

Los síntomas del linfoma no Hodgkin varían en función del tipo de linfoma y la ubicación del tumor. Algunos niños experimentan dolor abdominal, estreñimiento y tienen menos apetito que antes. Otros tienen problemas para respirar, dificultades para tragar, tos, resuello o dolor en el pecho.

Entre otros síntomas posibles, se incluyen los siguientes:

  • ganglios linfáticos inflamados o agrandados, pero indoloros
  • fiebre, escalofríos o sudoración nocturna
  • picor en la piel
  • pérdida de peso a pesar de comer con normalidad
  • cansancio
  • dolor óseo o articular
  • infecciones recurrentes

El primer síntoma que presentan algunos niños es el agrandamiento o inflamación de los ganglios linfáticos, que generalmente ocurre en los ganglios del cuello, las axilas y las ingles. Por descontado, un ganglio agrandado o inflamado no suele implicar que el niño tenga cáncer; lo más frecuente es que sea un signo de una enfermedad mucho más frecuente, como una infección. De hecho, todos los síntomas del linfoma no Hodgkin también pueden estar provocados por otras afecciones, de modo que solo un médico puede determinar qué es lo que ocurre en cada caso en concreto.

Diagnóstico

Si, tras realizar una evaluación exhaustiva, que incluye un repaso de los antecedentes médicos y familiares del paciente y hacerle un reconocimiento físico completo, el médico sospecha que un niño podría padecer un linfoma no Hodgkin, lo derivará a un oncólogo (médico especializado en el cáncer).

El médico es posible que realice una biopsia, es decir, que tome una pequeña muestra de tejido de los ganglios linfáticos. Durante la biopsia, se extirpa una parte reducida de tejido y luego se envía a un laboratorio par que la analicen. En función del tipo de biopsia solicitado, el paciente recibirá anestesia local (donde solo se duerme una parte del cuerpo) o bien anestesia general (donde el paciente se duerme y pierde completamente la conciencia) para asegurarse de que el niño no siente ningún dolor durante la biopsia.

Las biopsias que se utilizan para diagnosticar un linfoma no Hodgkin incluyen las siguientes:

  • biopsia por escisión, en la cual el médico abre la piel del paciente para extraer el ganglio linfático completo
  • biopsia por incisión, en la cual el médico solo extrae una parte del ganglio linfático
  • biopsia de médula ósea, donde se utiliza una aguja para extraer muestras del tejido blando que se aloja dentro de algunos huesos
  • aspiración por medio de una aguja fina, en la cual el médico utiliza una aguja muy fina para aspirar una cantidad reducida de tejido del ganglio linfático

Otras pruebas que se utilizan para diagnosticar un linfoma no Hodgkin son las que figuran a continuación:

  • análisis de sangre
  • una radiografía de tórax, un procedimiento sencillo donde la persona se acuesta sobre una mesa mientras una máquina de rayos X le toma una imagen del pecho
  • una tomografía computarizada (TC o TAC), que rota alrededor del paciente para generar una imagen radiológica del interior del organismo desde diferentes ángulos
  • una ecografía, que utiliza ondas sonoras de alta frecuencia para crear imágenes del interior del cuerpo
  • una resonancia magnética (RM), donde se utilizan imanes y ondas de radio para que el médico pueda ver el interior del cuerpo del paciente
  • un centellograma con galio, en el que se inyecta un sustancia radioactiva denominada galio que ayuda a detectar tumores e inflamaciones
  • una gammagrafía ósea para detectar cambios óseos
  • una tomografía por emisión de positrones (TEP), que permite distinguir entre células normales y célula anómalas en función de la actividad metabólica

Tratamiento

El tratamiento del linfoma infantil está en gran parte determinado por la estadificación, es decir, la fase o estadio de evolución del cáncer. La estadificación es una forma de categorizar o clasificar a los pacientes según su grado de afectación, es decir, la extensión de la enfermedad en el momento del diagnóstico.

En el linfoma, hay cuatro estadios, que van del Estadio I (el cáncer afecta exclusivamente a un área de los ganglios linfáticos o solo a un órgano fuera de los ganglios linfáticos) al Estadio IV (el cáncer se ha extendido, o ha hecho metástasis, a uno o más tejidos u órganos ajenos al sistema linfático). El estadio del cáncer en el momento del diagnóstico puede orientar a los profesionales médicos sobre el tratamiento y ayudarles a predecir cómo evolucionará el paciente a largo plazo.

El tratamiento más común contra el linfoma no Hodgkin es la quimioterapia (la administración de medicamentos para matar a las células cancerosas y/o detener su crecimiento), aunque algunos pacientes necesitan radioterapia.

Los niños que reciben tratamientos muy agresivos pueden tener que someterte a transplantes de médula ósea o de células madre a fin de sustituir las células dañadas por dosis tan elevadas de quimioterapia o de radiación. En estos transplantes, se extraen células de la médula ósea o de la sangre (procedentes del mismo paciente o bien de otras personas) y se inyectan en el torrente sanguíneo del paciente.

En una cantidad reducida de situaciones especiales (como en pacientes de alto riesgo o aquellos en que se ha producido una recidiva), los médicos utilizan la inmunoterapia (o terapia biológica) para tratar el linfoma no Hodgkin. En la inmunoterapia, los médicos utilizan sustancias que el cuerpo produce de forma natural para incrementar la resistencia natural del paciente a la enfermedad. Aunque el cuerpo genera estas sustancias de forma natural, las que se utilizan en inmunoterapia sola sintéticas.

Efectos secundarios

Los niños que se someten a quimioterapia o radioterapia para tratar el linfoma no Hodgkin suelen presentar efectos secundarios. La mayoría son de carácter temporal aunque, como con todos los tratamientos médicos, cada niño es único y experimenta efectos colaterales de forma diferente. Tanto la gravedad de los efectos secundarios como su duración dependen de cada individuo en concreto y del tipo de medicamento y tratamiento que reciba.

Los efectos secundarios a corto plazo más frecuentes de la quimioterapia, son las náuseas (a pesar de que hay fármacos que permiten tratarlas), los vómitos, un descenso de los valores del hemograma (asociado a mayor riesgo de infecciones y de sangrado), o una sensación similar a la provocada por la gripe. Algunos niños se sienten débiles o mareados después del tratamiento, o pueden tener fiebre. Otros presentan llagas en la boca o pierden súbitamente el apetito. También es habitual que los niños pierdan el cabello total o parcialmente.

Los efectos secundarios a corto plazo de la radioterapia son bastante similares a los de la quimioterapia, pero generalmente están más localizados, lo que significa que solo afectan a las áreas que reciben la radiación. Una vez finalizado el tratamiento, los niños pueden seguir experimentando efectos secundarios durante semanas.

Pronóstico

La mayoría de los niños que padecen linfoma no Hodgkin se curan. De todos modos, aquellos niños que padecen esta enfermedad en su forma más grave presentarán una recidiva (reaparición del cáncer) que no responde a los tratamientos convencionales. En estos casos, es posible que se deban realizar transplantes de médula ósea y de células madre.

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Nota: Toda la informacion incluida en este material tiene propositos educacionales solamente. Si necesita servicios para diagnostico o tratamiento, tenga a bien consultar con su medico de cabecera.

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