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La malaria es una infección habitual en las zonas tropicales cálidas. Muy raramente, también puede ocurrir en los climas templados.
La malaria puede causar cuadros leves en algunas personas y una enfermedad de riesgo vital en otras. La malaria se puede curar si se trata de la forma adecuada.
La malaria está provocada por parásitos trasportados por los mosquitos. Los insectos contraen estos parásitos al picar a personas que ya tenían la enfermedad. Y luego trasmiten la malaria a otras personas cuando las pican.
Raramente, la enfermedad se puede contagiar directamente de una persona a otra (de una madre a un hijo, en la "malaria congénita", en las transfusiones de sangre, la donación de órganos y al compartir agujas).
Los primeros síntomas de la malaria incluyen la irritabilidad y la somnolencia, así como la falta de apetito y los problemas para dormir. Estos síntomas suelen ir seguidos de escalofríos y después de fiebre asociada a respiración rápida. La fiebre puede ir aumentando progresivamente durante uno o dos días o bien subir de repente hasta los 105 °F (40,6 °C) o incluso más. Luego, cuando baja la fiebre y el cuerpo recupera rápidamente su temperatura normal, se produce un episodio de sudores intensos.
El mismo patrón de síntomas (escalofríos, fiebre, sudores) se puede repetir cada dos o tres días, dependiendo de cuál sea el parásito en concreto que haya provocado la infección.
Otros síntomas pueden incluir dolor de cabeza, náuseas, malestar general y dolores por todo el cuerpo (sobre todo en la espalda y el abdomen), y un bazo anormalmente grande. Si la malaria afecta al cerebro, puede haber convulsiones o pérdida de la conciencia. Los riñones también se pueden ver afectados en algunos casos.
La malaria afecta a cientos de millones de personas en todo el mundo. La mayoría de los casos son en el África sub-Sahariana. (Asia, América Latina y algunas partes de Europa también están afectadas por esta enfermedad.) Cada año, mueren aproximadamente 500.000 personas en todo el mundo debido a la malaria.
La malaria es muy poco frecuente en EE.UU., y la mayoría de los casos se producen en personas que viajan al extranjero, militares e inmigrantes. La malaria puede afectar a gente de todas las edades, pero los niños pequeños y las mujeres embarazadas son los más proclives a desarrollar una enfermedad grave debido a la malaria.
Los médicos diagnostican la malaria basándose en los síntomas del paciente, los resultados de sus pruebas y el hecho de que la persona haya viajado al extranjero. Los médicos pueden solicitar la extracción de una muestra de sangre para que la analicen con el microscopio en un laboratorio en busca de parásitos de la malaria, que se pueden ver dentro de los glóbulos rojos infectados.
En aquellos países donde la malaria se ve muy a menudo, los médicos suelen tratar a la gente contra la malaria cuando el paciente tiene fiebre sin causa conocida sin hacerle antes ninguna prueba de laboratorio para confirmarlo.
La malaria se trata con medicamentos antipalúdicos que se pueden administrar por vía oral, inyectable o intravenosa (VI; directamente a la vena). En función del tipo de parásito involucrado, el tratamiento se puede administrar en régimen ambulatorio durante varios días o bien ingresando al paciente en un hospital para administrarle el medicamento por vía intravenosa.
Los médicos también estarán pendientes de los signos de deshidratación, como las convulsiones, la anemia y otras complicaciones que puedan afectar al cerebro, los riñones o el bazo. Es posible que el paciente necesite recibir líquidos, transfusiones de sangre y/o ayuda respiratoria.
Si la malaria se diagnostica al principio de la enfermedad y se trata, se suele poder curar en un plazo de unas dos semanas. Sin embargo, muchas personas que viven en zonas donde abunda la malaria, se infectan repetidamente y nunca se llegan a recuperar entre episodios consecutivos de esta enfermedad. Sin tratamiento, esta enfermedad puede ser mortal, sobre todo en niños desnutridos.
Las autoridades sanitarias intentan prevenir la malaria mediante programas de control de plagas dirigidos a eliminar los mosquitos que transmiten esta enfermedad. Si viaja con su familia a una zona del mundo donde existe un riesgo elevado de contraer la malaria, instalen telas metálicas que hagan de mosquiteras en las ventanas, usen repelentes de insectos y coloquen mosquiteros sobre las camas. Se ha comprobado que los mosquiteros impregnadas de insecticida han reducido la cantidad de muertes por malaria en la población infantil africana.
Antes de viajar con su familia a cualquier zona tropical o subtropical donde haya un riesgo elevado de contraer la malaria, consulte a su médico y al pediatra de su hijo. Ellos podrán recetar a su familia medicamentos antipalúdicos para prevenir esta enfermedad, que se deben tomar antes de iniciar el viaje. En la actualidad, se están desarrollando y probando varias vacunas contra la malaria por todo el mundo pero, puesto que los parásitos de la malaria tienen un ciclo vital complicado, se trata de una vacuna difícil de desarrollar.
Nota: Toda la informacion incluida en este material tiene propositos educacionales solamente. Si necesita servicios para diagnostico o tratamiento, tenga a bien consultar con su medico de cabecera.
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