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Cuando se piensa en el equilibrio, parece que no viene a la mente el rol que tienen los oídos. Pero los oídos son cruciales para mantener el equilibrio gracias a su nervio vestibulococlear. Este nervio envía señales al cerebro que controlan la audición (función auditoria) y ayudan con el equilibrio (función vestibular).
Pero los oídos no son los únicos órganos que nos ayudan a mantener el equilibro. Los oídos, los ojos, las articulaciones y los músculos trabajan todos juntos para ayudarnos a mantenernos firmes y erguidos. Cuando uno o más de estos sistemas no funciona bien, puede resultar difícil movilizarse y simplemente funcionar, día a día. Las cosas más simples, como caminar, andar en bicicleta, tener éxito en la escuela, incluso jugar pueden volverse tareas difíciles y frustrantes.
Los trastornos del equilibrio son considerados poco comunes en los niños, pero pueden ser subestimados. Los síntomas de los niños se pueden diagnosticar mal como otra cosa o incluso pasar por alto. Pero resolver los problemas de equilibrio de los niños puede marcar una mejora importante en su calidad general de vida, en su capacidad para jugar, aprender y sentirse lo más felices y sanos que sea posible.
Para comprender los problemas de equilibrio, es importante que comprenda cómo funciona normalmente el equilibrio. Básicamente, el cuerpo confía en tres sistemas separados, cada uno envía impulsos nerviosos al cerebro:
Si alguno de estos sistemas no está funcionando bien, puede afectar el equilibrio.
De acuerdo con el tipo de trastorno del equilibrio y lo que lo causa, los síntomas pueden variar de un niño a otro. Algunos niños puede tener síntomas graves, lo que les dificulta funcionar. Otros pueden tener sólo síntomas leves que apenas se notan.
Sin embargo, por lo general, los niños con trastornos del equilibrio tienen síntomas de desequilibrio, una sensación de inestabilidad, "atontamiento" que hace que les resulte difícil pararse, caminar, doblar las esquinas o subir escaleras sin caerse, chocarse cosas, tropezarse o tropezarse y caerse.
También pueden caminar con las piernas demasiado separadas o no poder caminar sin tambalearse. También puede resultarles difícil caminar en la oscuridad o en superficies desniveladas. Todo esto puede hacerlos sentir descordinados y torpes.
Otro síntoma común de un problema de equilibrio es el vértigo. La mayoría de las personas piensa que es una sensación repentina de que la habitación está dando vueltas o de que uno se está moviendo cuando está sentado o quieto. Pero los niños pueden describirlo como una sensación de que están hamacándose, flotando o "en un carrusel". Los niños también pueden sentirse mareados, aturdidos o desorientados.
Los trastornos del equilibrio también pueden causar problemas de la visión. Los niños pueden ver imágenes que rebotan o ver borroso cuando mueven la cabeza. Esto se llama oscilopsia, lo que puede hacer que leer y escribir sea muy difícil.
Los síntomas también pueden incluir:
Los trastornos del equilibrio también pueden tener un impacto en la audición. Los sonidos pueden parecer apagados, en especial cuando hay ruidos de fondo. Los niños también pueden tener problemas de oído fastidiosos y que los distraen, como dolor de oídos, presión o sensación de que los oídos están "llenos", y tinnitus (zumbidos u otros sonidos como ronroneos o murmullos).
Este tipo de síntomas relacionados con el equilibrio pueden afectar mucho a los niños (física y emocionalmente) y puede causar otros síntomas como:
Por supuesto, los síntomas que involucran el movimiento, la vista y la audición, y como se sienten diariamente, pueden afectar su capacidad para seguir el ritmo de una clase, en preescolar o en la escuela secundaria. Los problemas de equilibrio hacen que sea difícil recordar cosas, concentrarse, prestar atención y seguir indicaciones. Los niños quizás no escuchen a su maestra o no puedan enfocar los ojos en el pizarrón o en los libros. Y pueden frustrarse en la clase de gimnasia y cuando juegan deportes.
Algunos niños con trastornos del equilibrio pueden sentir que están siendo vagos o que no están prestando atención o haciendo un esfuerzo en la escuela. Probablemente, la parte más grave para ellos es sentir que están haciendo su mayor esfuerzo pero que no pueden hacer las mismas cosas que quieren o necesitan hacer, y no saber por qué.
Aunque los trastornos del equilibrio no son comunes en los niños (nuevamente, probablemente porque son muy difíciles de notar), las condiciones vestibulares diagnosticadas con más frecuencia son:
Otras afecciones son mucho menos comunes; por ejemplo, la fístula perilinfática es una anormalidad (con frecuencia un desgarro o un defecto) en las conexiones entre el oído interno y el oído medio que puede causar vértigo, inestabilidad, pérdida de la audición y presión en los oídos. Y un trastorno del oído interno llamado Enfermedad de Meniere puede causar tinnitus, pérdida de la audición, sensación de que los oídos están "llenos" y episodios prolongados de vértigo que pueden durar de 30 minutos a una hora o más.
Los médicos no siempre pueden determinar cuál es la causa de un problema de equilibrio. Pero los síntomas relacionados con el equilibrio pueden ser ocasionados por muchas otras cosas, como:
Los niños que tienen antecedentes familiares de problemas de la audición o vestibulares, mareos o mareos por movimientos también pueden ser más propensos a sufrir trastornos del equilibrio.
Puede ser difícil detectar y diagnosticar trastornos del equilibrio en los niños. Lamentablemente, los niños con muchos problemas de equilibrio comunes pueden ser demasiado pequeños como para que puedan describir cómo se sienten o para responder a ciertas pruebas. Y para los padres, pueden parecer simplemente niños torpes o nerviosos.
Si piensa que su hijo puede tener problemas de equilibrio, llame a su médico, que le realizará un examen físico y evaluará los síntomas y la historia clínica de su hijo. Si el médico piensa que el equilibrio de su hijo está afectado, es posible que lo derive a un audiólogo (un especialista en audición), a un otolaringólogo (un especialista en garganta, nariz y oído), y/o a un neurootólogo (un especialista en trastornos del oído).
Las pruebas pueden incluir:
Los trastornos de equilibrio de algunos niños desaparecen cuando crecen. Por ejemplo, tanto la VPB infantil como la tortícolis paroxística benigna infantil desaparecen solas, sin ningún tratamiento, cuando el niño cumple los 5 años de edad. Y la neuronitis y la laberintitis vestibular también desaparecen solas.
Igualmente, los médicos pueden ayudar a manejar los síntomas de los niños y a facilitarles un poco la vida con rehabilitación y en algunos casos medicamentos o cirugía.
La terapia para el equilibrio (también llamada rehabilitación vestibular) con un terapeuta físico o vestibular puede incluir ejercicios de entrenamiento que ayudan a fortalecer las habilidades de equilibrio y coordinación. Los ejercicios pueden involucrar cosas como agacharse, pararse y caminar con los ojos abiertos y luego con los ojos cerrados, nadar o caminar descalzo en diferentes superficies desniveladas. Con frecuencia los niños obtienen muy buenos resultados con la terapia vestibular porque pueden adaptarse mejor a los problemas de equilibrio que los adultos.
En el caso de los niños con VPB infantil, a veces un terapeuta puede aliviar el vértigo y los mareos mediante un reposicionamiento suave de la cabeza en diferentes ángulos para mover el líquido o las pequeñas partículas flotantes alrededor del oído interno (esto es conocido como reposicionamiento canalicular o maniobra de Epley).
Y los niños con pérdida de la audición significativa que afecta su equilibrio pueden necesitar uno o más de los siguientes:
Es importante recordar que aunque las cosas como los mareos y la torpeza son signos comunes de un trastorno del equilibrio, por sí solos, estos síntomas no son necesariamente un signo de un problema del equilibrio o de cualquier otro problema crónico. Por ejemplo, es perfectamente normal que los niños se sientan atontados si están deshidratados o cuando se paran demasiado rápido. Y muchos niños se tropiezan y caen a veces, en especial los bebés que recién están aprendiendo a caminar y los niños en edad preescolar que están aprendiendo cómo se mueven sus cuerpos.
Sin embargo, si usted ve un patrón, si nota que ocurren uno o más síntomas que pueden estar relacionados con el equilibrio en forma regular, es una buena idea llamar a su médico para averiguar qué es lo que está pasando. Diagnosticar y tratar los trastornos del equilibrio puede ayudar a los niños a desarrollarse más normalmente, a ser más estables y coordinados y funcionar y sentirse mejor física y emocionalmente.
Nota: Toda la informacion incluida en este material tiene propositos educacionales solamente. Si necesita servicios para diagnostico o tratamiento, tenga a bien consultar con su medico de cabecera.
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