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La fiebre tifoidea es una infección grave y, a veces, de riesgo vital. Afecta mayoritariamente a gente que vive en países en vías de desarrollo, donde las condiciones sanitarias son precarias y es difícil encontrar agua limpia y potable.
La fiebre tifoidea está provocada por una bacteria llamada Salmonella Typhi (S. Typhi), que está relacionada con la bacteria de la salmonella, que provoca intoxicaciones alimentarias. Esta bacteria vive típicamente en los seres humanos y se trasmite a través de las heces (caca) y la orina (pis).
La infección ocurre cuando una persona come o bebe algo contaminado por la bacteria. En cuanto la bacteria se introduce en el cuerpo, se multiplica rápidamente y pasa al torrente sanguíneo.
La fiebre tifoidea puede aparecer de repente o de forma gradual a lo largo de pocas semanas. Esta enfermedad suele causar fiebre alta, dolor de estómago y molestias corporales entre una y dos semanas después de haber estado expuesto a la bacteria (aunque a veces los síntomas pueden tardar más tiempo en aparecer).
Si la infección no se trata, el afectado puede perder peso; desarrollar un vientre hinchado o distendido; o una erupción roja y jaspeada en la parte baja del pecho y alta del vientre. Si no se trata, la fiebre tifoidea puede durar un mes o más, volverse muy grave y hasta ser de riesgo vital.
En la mayoría de los casos, los síntomas de la fiebre tifoidea empiezan a desaparecer en la tercera o cuarta semana, siempre y cuando la enfermedad no haya causado otros problemas de salud. A veces, después de que la enfermedad parezca haber desaparecido, puede reaparecer.
Después de recuperarse de una fiebre tifoidea, algunas personas se convierten en portadores de la bacteria. Esto significa que, aunque no presenten síntomas, seguirán llevando la bacteria en sus cuerpos y la podrán trasmitir a otras personas.
En EE.UU., la fiebre tifoidea es muy infrecuente. Pero si tiene pensado viajar a un país extranjero (sobre todo al Sudeste y al área centro-meridional de Asia, a África, América Latina o el Caribe), es conveniente que hable con su médico sobre la prevención y el tratamiento de esta enfermedad.
La gente se suele contagiar de la fiebre tifoidea al tomar bebidas o comer alimentos que han sido manipulados por alguien que padecía la fiebre tifoidea o que era portador de esta enfermedad. Las personas infectadas también pueden contagiar la enfermedad a otras personas directamente (por ejemplo, al tocarlos sin haberse lavado las manos). También se puede contraer la enfermedad al beber agua contaminada por aguas residuales.
El médico evaluará los síntomas de su hijo y le hará preguntas sobre sus antecedentes médicos y sobre los viajes que haya hecho hace poco. Lo más probable es que el médico tome una muestra de heces (caca), orina (pis) o sangre para comprobar si contiene la bacteria de la enfermedad.
La fiebre tifoidea se trata con antibióticos que matan la bacteria. Es importante que se asegure de que su hijo completa el tratamiento que le receten, incluso aunque se empiece a encontrar mejor antes de completarlo. Si lo da por concluido antes de tiempo, podrían permanecer algunas bacterias en su organismo.
La mayoría de los niños empiezan a encontrase mejor entre 2 y 3 días después de iniciar el tratamiento. Ofrezca a su hijo muchos líquidos para prevenir la deshidratación. Los niños gravemente deshidratados debido a la diarrea pueden recibir líquidos por VI (vía intravenosa) en un hospital u otro tipo de instalación médica.
El paracetamol puede ayudar a bajar la fiebre, lo que hará que su hijo se encuentre mejor. Hable con el médico de inmediato si los síntomas de su hijo prosiguen, si desaparecen y vuelven a aparecer o si su hijo desarrolla nuevos síntomas.
Los niños con fiebre tifoidea se deben quedar en casa hasta que la enfermedad haya seguido su curso y el médico asegure de que ya no son portadores de la bacteria. Lo mismo ocurre con los adolescentes que trabajen en la industria alimenticia, a quienes no les estará permitido legalmente volver a trabajar hasta que un médico haya determinado que ya no son portadores de la bacteria.
En EE.UU. hay dos vacunas disponibles contra la fiebre tifoidea. Una consta de una serie de cápsulas, mientras que la otra es una inyección. En algunos casos, se necesita una dosis refuerzo.
La vacuna contra la fiebre tifoidea no se aplica de forma sistemática en el calendario de vacunación infantil. Si su hijo va a viajar a una zona donde abunda la fiebre tifoidea, deberá pedirle al médico información sobre la vacuna. Los niños deben recibir la vacuna por lo menos entre 1 y 2 semanas antes de irse de viaje. Así, a la vacuna le dará tiempo a hacer efecto antes de partir.
Incluso si su hijo y su familia ya se habían vacunado contra la fiebre tifoidea, recuerde que las vacunas no son completamente eficaces y que pierden eficacia con el transcurso del tiempo. Por lo tanto, asegúrese de tomar las siguientes precauciones en las zonas de alto riesgo:
Nota: Toda la informacion incluida en este material tiene propositos educacionales solamente. Si necesita servicios para diagnostico o tratamiento, tenga a bien consultar con su medico de cabecera.
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