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Difteria

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La difteria es una infección bacteriana aguda y extremadamente contagiosa que afecta principalmente la nariz y la garganta. Los niños menores de 5 años y los adultos mayores de 60 son particularmente propensos a contraer esta infección. Las personas que viven en condiciones insalubres o de hacinamiento, las que padecen malnutrición y los niños y adultos que no tienen al día el calendario de vacunaciones también están en situación de riesgo.

La difteria es muy poco frecuente en EE.UU. y en Europa, donde las autoridades sanitarias llevan décadas vacunando sistemáticamente a los niños contra esta enfermedad. Sin embargo, sigue siendo frecuente en los países en vías de desarrollo, donde las vacunas no se administran de forma sistemática. En 1993 y 1994 hubo una grave epidemia de difteria en países de la antigua Unión Soviética, con más de 50.000 casos documentados.

¿Cuáles son los signos y síntomas?

En sus primeras fases, la difteria se puede confundir con un fuerte dolor de garganta. Los otros síntomas que aparecen al principio son fiebre moderada e inflamación de los ganglios linfáticos del cuello.

La toxina (o veneno), que produce la bacteria puede crear una espesa capa que recubre la superficie interna de la nariz, la garganta y otras partes de las vías respiratorias. Generalmente este revestimiento es de color grisáceo o negro y puede provocar problemas respiratorios y dificultades para tragar. La formación de esta capa (o membrana) en la nariz, la garganta y otras partes de las vías respiratorias es lo que permite distinguir a la difteria de otras infecciones más frecuentes, como la faringitis por estreptococos, que también cursan con dolor de garganta.

Conforme avanza la infección, la persona puede:

  • tener dificultades para respirar o tragar
  • quejarse de visión doble
  • arrastrar la voz al hablar
  • o incluso presentar síntomas de shock inminente (palidez, piel fría, taquicardia, sudoración e inquietud).

Cuando la difteria está en una fase más avanzada y se extiende más allá de la garganta, la toxina de la difteria se propaga por el torrente sanguíneo, pudiendo provocar complicaciones que pueden poner en peligro la vida del paciente, al afectar a órganos vitales, como el corazón y los riñones. La toxina puede provocar lesiones en el corazón, afectando a su capacidad para bombear sangre, y/o en los riñones, afectando a su capacidad para eliminar los productos de desecho. También puede ocasionar lesiones en el sistema nervioso que, a la larga, pueden provocar parálisis. La tasa de mortalidad en los pacientes que no reciben tratamiento puede llegar al 40-50%.

¿Se puede prevenir?

La prevención de la difteria depende casi por completo de la administración de la vacuna combinada de la difteria, el tétanos y la tos ferina (DTP o DTPa) a la población infantil, y la vacuna combinada de la difteria y el tétanos (DT) a la población adulta. La mayoría de los casos de difteria se producen en personas que no se han vacunado nunca o que no se han puesto la serie completa de vacunas.

El programa de vacunación requiere administrar:

  • La vacuna combinada DTPa a los 2, 4 y 6 meses de edad
  • Una dosis de refuerzo entre los 12 y 18 meses
  • Otra dosis de refuerzo entre los 4 y 6 años
  • Nuevas dosis de refuerzo cada 10 años para mantener la protección

Aunque la mayoría de los niños tolera bien la vacuna, a veces ésta tiene efectos secundarios leves como enrojecimiento o sensibilidad al tacto en el lugar de la inyección, febrícula e inquietud o irritabilidad general. Las complicaciones graves, como las reacciones alérgicas, son muy poco frecuentes.

¿Es contagiosa?

La difteria es extremadamente contagiosa. Se transmite con facilidad cuando una persona infectada estornuda, tose, o incluso se ríe cerca de otras personas. También se puede contraer al manipular pañuelos o beber de vasos que han sido utilizados por una persona infectada.

Las personas infectadas por la bacteria de la difteria pueden contagiar a otras personas durante un período de tiempo de hasta 4 semanas, incluso aunque no presenten síntomas. El período de incubación (el tiempo que tarda una persona en presentar síntomas de difteria después de exponerse a las bacterias de la difteria) es de 2 a 4 días, aunque puede oscilar entre 1 y 6 días.

¿Cómo se trata?

El tratamiento de los niños y adultos con difteria se lleva a cabo en el hospital. Una vez el médico confirma el diagnóstico mediante el cultivo de material extraído de la garganta, la persona infectada recibe una antitoxina especial, sea mediante inyecciones o por vía intravenosa, para neutralizar la toxina de la difteria que ya está circulando por su torrente sanguíneo, así como antibióticos para eliminar a las bacterias de la difteria.

Si la infección está en fase avanzada, es posible que el paciente necesite ayuda mecánica para respirar y que se tenga que conectar a un respirador. En casos en los que las toxinas han afectado al corazón, los riñones o el sistema nervioso central, es posible que el paciente necesite recibir líquidos por vía intravenosa, oxígeno o medicamentos para el corazón.

Las personas con difteria deben permanecer aisladas. Los familiares (así como cualquier otra persona que suela pasar mucho tiempo con el paciente) que no estén vacunados o que sean muy jóvenes o muy ancianos, deberán evitar el contacto con el paciente.

Cuando a una persona le diagnostican difteria, su médico lo notificará a las autoridades sanitarias locales y tomará medidas oportunas para tratar a todas las personas que residan en la misma casa que el paciente que se hayan podido exponer a la bacteria. Estas medidas incluyen la evaluación de su estado inmunológico, cultivos de material extraído la garganta y la administración de dosis de refuerzo de la vacuna contra la difteria. También recibirán antibióticos como precaución.

La hospitalización inmediata y la intervención precoz permiten que la mayoría de los pacientes se recuperen de la difteria. Después de que los antibióticos y las antitoxinas hayan surtido efecto, algunos pacientes con difteria necesitan guardar cama durante un período de tiempo prolongado (de 4 a 6 semanas o hasta que se recuperen por completo). El reposo en cama es especialmente importante si la enfermedad ha afectado al corazón. La miocarditis, o inflamación del músculo cardíaco, puede ser una complicación de la difteria.

Los pacientes que se hayan recuperado deberán recibir un ciclo completo de vacunaciones contra la difteria para evitar posibles recaídas, ya que el hecho de contraer la enfermedad no garantiza la inmunidad de por vida.

¿Cuándo debería llamar al pediatra?

Llame inmediatamente al pediatra de su hijo si usted o algún otro miembro de la familia está en situación de riesgo, si su hijo presenta síntomas de difteria, si observa síntomas en otra persona o si algún miembro de su familia se ha expuesto a esta enfermedad. De todos modos, es importante recordar que la mayoría de infecciones de garganta no son difteria, sobre todo en aquellos países donde se vacuna sistemáticamente a la población contra esta enfermedad.

Si no está seguro de si su hijo está vacunado contra la difteria, pida cita con el pediatra. Asegúrese también de que usted tiene al día el calendario de revacunaciones. Estudios internacionales han mostrado que un porcentaje significativo de adultos mayores de 40 años no está adecuadamente protegido contra la difteria y el tétanos.

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Nota: Toda la informacion incluida en este material tiene propositos educacionales solamente. Si necesita servicios para diagnostico o tratamiento, tenga a bien consultar con su medico de cabecera.

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