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Cuando los niños están en un exterior, es importante protegerles la piel para prevenir el melanoma y las lesiones en la piel provocadas por una exposición excesiva al sol.
He aquí cómo conseguir que los niños disfruten del sol de una forma segura.
Todos necesitamos exponernos al sol en alguna medida. Cuando exponemos la piel al sol, nuestros cuerpos fabrican vitamina D, que ayuda al organismo a absorber el calcio para tener unos huesos más fuertes y más sanos. Hay que estar poco tiempo al sol para que la mayoría de la gente obtenga la vitamina D que necesita (y la mayoría de la vitamina D se puede obtener llevando una dieta saludable y/o con suplementos).
Un exceso de exposición de la piel a los rayos ultravioletas del sol (UV) puede lesionar la piel, los ojos, deprimir el sistema inmunitario y causar cáncer de piel. Hasta la gente que solo tiene 20 años puede desarrollar un cáncer de piel.
El sol irradia luz sobre la Tierra, y parte de esa luz consiste en rayos ultravioletas (UV) invisibles. Cuando esos rayos llegan a la piel, pueden provocar bronceado, quemaduras solares y otros tipos de lesiones en la piel.
Los rayos ultravioletas reaccionan con una sustancia química llamada melanina que se encuentra en la piel. Las quemaduras solares ocurren cuando lo cantidad de exposición a los rayos ultravioletas es mayor que aquella que estamos preparados para soportar gracias a la melanina de nuestra piel. El riesgo de lesión aumenta con la cantidad y la intensidad de la exposición. El bronceado es un indicador de que la piel está dañada y no sirve en absoluto para proteger la piel.
Todos los niños necesitan protegerse del sol. Cuanto más clara sea la piel natural de una persona, menor cantidad de melanina contendrá para absorber los rayos UV y para protegerse. Cuanto más oscura sea la piel natural de una persona, más cantidad de melanina contendrá. Pero, tanto los niños de piel clara como los de piel oscura necesitan protegerse de los rayos UV porque todo tipo de bronceado o de quemadura solar causa lesiones en la piel.
He aquí las claves para proteger la piel de los niños.
La Academia Americana de Dermatología (AAD) recomienda que todos los niños, independientemente del tono de piel que tengan, se pongan protector solar con un FPS de 30 o superior. Independientemente del protector solar que elija, asegúrese de que se trata de uno de amplio espectro (que proteja tanto contra los rayos UVA como contra los rayos UVB) y de que, si los niños se van a meter en el agua, sea resiste al agua. Aplique una cantidad generosa de protector solar y reaplíquelo a menudo.
Trate de estar a la sombra cuando los rayos del sol sean más fuertes (lo que suele ocurrir entre las 10:00 y las 16:00 horas en el hemisferio norte). Si su hijo debe exponerse al sol en esta franja horaria, asegúrese de ponerle (y de volverle a poner) protector solar, incluso aunque solo esté jugando en el patio trasero o el jardín de su casa. La mayoría de las lesiones provocadas por el sol ocurren como consecuencia de la exposición acumulada en las actividades de cada día, no al tomar el sol en la playa. Recuerde que, incluso en los días nublados, frescos o encapotados, los rayos UV llegan a la Tierra. Este "sol invisible" puede provocar quemaduras solares inesperadas y otras lesiones en la piel.
Una de las mejores formas de protegerse la piel es cubrírsela bien. Para asegurarse de que las prendas de ropa ofrecen una protección suficiente, coloque una mano dentro de cada prenda y compruebe que no se la puede ver a través de la prenda.
Puesto que los lactantes tienen la piel más fina y su melanina está muy poco desarrollada, su piel se quema más fácilmente que la de los niños mayores. La mejor protección para un bebé de menos de 6 meses es la sombra, de modo que los bebés de esta edad se deben mantener alejados del sol siempre que sea posible. Si su bebé debe estar al sol, vístalo con ropas que le cubran el cuerpo completamente, incluyendo gorras con amplias viseras para ensombrecerle la cara. Si su bebé aún no ha cumplido los 6 meses pero hay pequeñas áreas de su piel (como la cara) que se exponen al sol, puede usar una pequeña cantidad de protector solar con un FPS de 15 en esas áreas.
Hasta los niños mayores necesitan evitar el sol. En las salidas al aire libre, lleve siempre consigo una amplia sombrilla o una tienda fácil de montar para jugar en su interior. Si no hace mucho calor en el exterior y a su hijo no le incomoda, vístalo con camisas de manga larga y pantalones largos.
La exposición solar lesiona tanto la piel como los ojos. Hasta exponerse al sol durante un solo día puede provocar quemaduras en la córnea (la membrana más externa y transparente que cubre el ojo). La exposición acumulada puede provocar, a la larga, cataratas (una opacidad progresiva del cristalino que conlleva una visión borrosa) en etapas posteriores de la vida. La mejor forma de proteger los ojos de los efectos nocivos del sol es llevando unas gafas de sol que ofrezcan una protección contra los rayos UV del 100%.
Deje que sea su hijo quien escoja su propio par de gafas: hay muchas opciones divertidas, con monturas de muchos colores o con personajes de los dibujos animados.
Algunos medicamentos incrementan la sensibilidad de la piel a los rayos UV. Pregunte al médico de su hijo o a su farmacéutico si cualquier medicamento, sea de venta con receta médica (sobre todo si se trata de antibióticos o de medicamentos para el acné) o de venta libre, que toma su hijo puede incrementar su sensibilidad al sol. De ser así, tome medidas de precaución adicionales. La mejor protección consiste simplemente en cubrirle la piel o en quedarse en interiores; hasta los protectores solares pueden ser insuficientes para proteger la piel de la sensibilidad al sol provocada por estos medicamentos.
Cuando los niños sufren quemaduras solares, suelen experimentar dolor y una sensación de calor en la piel, unos síntomas que tienden a agravarse varias horas después de la exposición solar. Algunos niños también tienen escalofríos. Puesto que el sol les ha resecado la piel, esta les puede empezar a picar y tirar, como si estuviera muy tensa. La piel quemada por el sol se empieza a pelar aproximadamente una semana después de que se produzca la quemadura. Insista a su hijo en que no se rasque ni se arranque pellejos de piel porque la piel que crece bajo la quemadura se le podría infectar.
Para tratar una quemadura solar:
Si la quemadura solar es grave y se forman ampollas, llame al médico de su hijo. Insista a su hijo en que no se rasque, toque o reviente las ampollas, porque podrían infectarse fácilmente y dejar cicatrices.
Haga que su hijo se quede en la sombra hasta que se le haya curado la quemadura. Cualquier exposición adicional al sol solo aumentaría la gravedad de la quemadura y también el dolor asociado.
La intensidad de los rayos solares depende de la estación del año, así como de la altitud y la latitud del lugar. Los rayos UV son más potentes durante el verano. Si usted piensa viajar a un país extranjero donde es verano, deberá incluir en el equipaje el protector solar más fuerte que pueda encontrar.
También se precisa una protección adicional cerca del ecuador, donde las radiaciones solares son más fuertes, y en las grandes altitudes, donde la capa de aire y de nubes es más fina. Incluso durante los meses de invierno, si va con su familia a esquiar a la montaña, asegúrese de que todos se ponen abundante crema de protección solar; los rayos UV se reflejan tanto en la nieve como en el agua, lo que incrementa las probabilidades de las quemaduras solares.
Y sea un buen ejemplo para su hijo, poniéndose crema de protección solar, utilizando gafas de sol y limitando su tiempo de exposición al sol. Con estas medidas, no solo reducirá su riesgo de sufrir lesiones provocadas por el sol sino que enseñará a su hijo una actitud inteligente con respecto al sol.
Nota: Toda la informacion incluida en este material tiene propositos educacionales solamente. Si necesita servicios para diagnostico o tratamiento, tenga a bien consultar con su medico de cabecera.
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