Los adultos, en su función de proveedores de atención y cuidadores, tienden a ver el mundo de los niños como feliz y despreocupado. Después de todo, los niños no tienen que trabajar ni que pagar cuentas; entonces, ¿de qué podrían preocuparse?
¡De muchas cosas! Incluso los niños muy pequeños tienen preocupaciones y sienten estrés en alguna medida. El estrés es una función de las demandas que tenemos y de nuestra capacidad para satisfacerlas.
Las presiones a menudo provienen de fuentes externas (como la familia, los amigos o la escuela), pero también pueden surgir de la persona. La presión que nos imponemos puede ser muy significativa, porque a menudo hay una discrepancia entre lo que creemos que debemos estar haciendo y lo que hacemos realmente en nuestras vidas.
El estrés puede afectar a cualquier persona que se sienta abrumada, incluso a los niños. En los niños en edad preescolar, el hecho de separarse de sus padres puede ocasionarles ansiedad. A medida que los niños crecen, las presiones académicas y sociales (en especial, la tarea de "encajar") crean estrés.
Muchos niños están muy ocupados y no tienen tiempo para jugar de manera creativa o relajarse después de la escuela. Los niños que se quejan de la cantidad de actividades en las que participan o se niegan a asistir a ellas pueden estar dando a entender que están demasiado atareados.
Hable con sus hijos acerca de cómo se sienten respecto de sus actividades extracurriculares. Si se quejan, conversen sobre los pros y los contras de dejar una actividad. Si no es posible que la dejen, analice maneras de ayudar a organizar el tiempo y las responsabilidades de su hijo a fin de que no le generen tanta ansiedad.
El estrés de los niños no sólo puede aumentar por lo que sucede en su propia vida. ¿Sus hijos escuchan cuando usted habla sobre sus problemas en el trabajo, se preocupa por la enfermedad de un pariente o discute con su cónyuge sobre problemas económicos? Los padres deben tener en cuenta la manera en que hablan sobre estos problemas cuando sus hijos están cerca, porque los niños reconocerán la ansiedad de los padres y comenzarán a preocuparse.
Las noticias del mundo pueden causar estrés. Los niños que ven imágenes perturbadoras por televisión o que escuchan hablar sobre desastres naturales, guerra y terrorismo pueden preocuparse por su propia seguridad y la de las personas que quieren. Hable con sus hijos acerca de lo que ven y escuchan, y controle lo que ven por televisión, de modo de ayudarlos a entender lo que sucede.
También debe tener en cuenta los factores agravantes, como una enfermedad, la muerte de un ser querido o un divorcio, que cuando se suman a las presiones cotidianas que los niños enfrentan, magnifican el estrés. Incluso el divorcio más cordial puede ser una experiencia difícil para los niños, debido a que su sistema básico de seguridad —su familia— atraviesa un cambio complicado. Los padres separados o divorciados nunca deben colocar a los hijos en una posición en la que deban elegir un lado, ni exponerlos a comentarios negativos sobre el otro cónyuge.
Si bien no siempre es fácil reconocer el estrés en los niños, los cambios a corto plazo en la conducta, como los cambios de humor, el mal comportamiento, el cambio en los patrones del sueño o el hecho de mojar la cama, pueden ser indicaciones. Algunos niños experimentan efectos físicos, que incluyen dolor de estómago y dolor de cabeza. Otros tienen problemas para concentrarse o terminar la tarea escolar. Otros niños se abstraen o pasan mucho tiempo solos.
Los niños más pequeños pueden mostrar signos de reacción frente al estrés al adoptar nuevos hábitos, como chuparse el dedo, enroscarse el cabello con el dedo o meterse el dedo en la nariz. Los niños mayores pueden comenzar a mentir, a agredir a otras personas o a desafiar la autoridad. Un niño estresado también puede tener pesadillas, dificultad para irse de su lado, reacciones exageradas a problemas menores y cambios radicales en el desempeño académico.
¿Cómo puede ayudar a sus hijos a enfrentar el estrés? El descanso adecuado y la nutrición correcta, así como una buena crianza, pueden aumentar las habilidades para enfrentar las situaciones. Hágase un tiempo para sus hijos todos los días. Esté disponible para ellos, ya sea que necesiten hablar o simplemente estar en el mismo cuarto que usted.
Incluso a medida que los niños crecen, el tiempo de calidad es importante. Para algunas personas, realmente es difícil regresar del trabajo, agacharse y jugar con sus hijos o tan sólo hablar con ellos sobre su día, en especial cuando ellos mismos han tenido un día estresante. Pero expresar interés por el día de sus hijos les demuestra que, para usted, ellos son importantes.
Ayude a que su hijo enfrente el estrés hablando sobre sus posibles causas. Juntos, pueden proponer algunas soluciones, como reducir las actividades después de la escuela, pasar más tiempo hablando con los padres o los maestros, formular un régimen de ejercicios o llevar un diario.
También puede ayudar si se adelanta a las situaciones posiblemente estresantes y prepara a sus hijos para enfrentarlas. Por ejemplo, avísele a su hijo con anticipación (pero no demasiada) que se aproxima una cita con el médico y háblele sobre lo que sucederá. Sin embargo, debe tener en cuenta que los niños más pequeños probablemente no necesiten mucha preparación por adelantado. Darles mucha información puede causar más estrés. La seguridad es la clave.
Recuerde que cierto nivel de estrés es normal; hágales saber que está bien sentir enojo, temor, soledad o ansiedad y que otras personas comparten esos sentimientos.
Cuando los niños no puedan o se nieguen a hablar sobre estos problemas, intente hablar sobre sus propias inquietudes. Esto demuestra que usted está dispuesto a tratar temas difíciles y que estará disponible para hablar cuando ellos estén listos. Si su hijo no está dispuesto a hablar y muestra síntomas que le preocupan, consulte a un consejero o a otro especialista en salud mental.
Los libros pueden ayudar a que los niños más pequeños se identifiquen con los personajes que atraviesan situaciones estresantes y vean cómo las enfrentan. Considere estas opciones: Alexander and the Terrible, Horrible, No Good, Very Bad Day de Judith Viorst; Tear Soup de Pat Schweibert, Chuck DeKlyen y Taylor Bills; y Dinosaurs Divorce de Marc Brown y Laurene Krasny Brown.
La mayoría de los padres cuentan con las habilidades para solucionar el estrés de sus hijos. Debe buscar atención profesional si cualquier cambio en la conducta persiste, si el estrés causa ansiedad grave o si la conducta genera problemas significativos en el funcionamiento en la escuela o el hogar.
Si necesita ayuda para buscar recursos para su hijo, consulte a su médico o a los consejeros y maestros de la escuela.
Nota: Toda la informacion incluida en este material tiene propositos educacionales solamente. Si necesita servicios para diagnostico o tratamiento, tenga a bien consultar con su medico de cabecera.
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