La ambliopía u "ojo vago" es una afección en la que el ojo y el cerebro no funcionan en conjunto como deberían. Los niños que la padecen desarrollarán buena vista en un ojo y mala en el otro.
Con frecuencia, los niños se acostumbran a este problema de la vista y tal vez no se lo mencionen a sus padres. Como resultado de esto, la ambliopía puede diagnosticarse meses o años más tarde, mientras los padres le achacan las bajas calificaciones o la torpeza a un niño que no tiene aptitudes académicas o deportivas.
Pero a veces la solución es tan fácil como llevar al niño al oculista. El tratamiento para la ambliopía puede corregir la manera en la que el ojo y el cerebro funcionan juntos y fortalecer la vista. El tratamiento temprano es importante; si se espera o no se recibe el diagnóstico adecuado, podría haber pérdida permanente de la vista.
Desde el nacimiento hasta aproximadamente los 8 años de edad, los ojos de los niños forman conexiones vitales con el cerebro. Todo lo que bloquee o nuble la vista en uno o ambos ojos puede hacer más lentas estas conexiones o impedirlas.
Si esto ocurre, el cerebro tal vez no reconozca completamente las imágenes vistas por un ojo o por ambos. Después, el cerebro empieza a ignorar las imágenes procedentes de un ojo que, si no padeciera esta afección, estaría sano. El ojo se debilita y pierde agudeza visual. A esto nos referimos cuando hablamos de un ojo con ambliopía.
Son varias las cosas que pueden interferir con las conexiones normales entre el cerebro y el ojo, y que pueden provocar ambliopía.
Uno de los problemas más comunes es el estrabismo. En esta afección, uno o ambos ojos se entrecruzan ("ojos cruzados") o están desviados hacia afuera, arriba o abajo. Cuando los ojos no están alineados, el ojo alineado o el más alineado de ambos se convierte en el ojo más dominante. La agudeza visual de ese ojo se conserva porque el ojo y su conexión con el cerebro funcionan con normalidad. Sin embargo, el ojo mal alineado o más débil no enfoca correctamente, y el cerebro suprime o ignora sus señales, lo que acaba generando, a la larga, una ambliopía.
No todos los niños con ambliopía son bizcos ni tienen la mirada desviada. De hecho, muchos de ellos tienen los ojos perfectamente alineados. Si es así, la ambliopía puede deberse a una anomalía anatómica o estructural que interfiere con la visión o la bloquea, como un párpado caído o una catarata.
Otra causa de la ambliopía es la hipermetropía grave (hiperopía), la miopía o el astigmatismo (un tipo de visión borrosa). Estos problemas hacen que se nuble la vista y estas imágenes borrosas se envían al cerebro. Con el tiempo, el cerebro empieza a ignorar esas imágenes, lo que provoca una ambliopía en uno o en ambos ojos.
A veces, tener diferente nivel de visión en cada ojo (lo que recibe el nombre de anisometropía) puede causar ambliopía. Cuando un ojo ve más claro que el otro, el cerebro ignora al ojo de visión borrosa.
La genética también desempeña un papel. La ambliopía suele ser hereditaria. También es más frecuente en niños prematuros o en aquellos afectados por un retraso del desarrollo.
La mayoría de los niños con ambliopía no se quejan de problemas en la vista. Con el tiempo, se acostumbran a ver bien con un ojo y a ver mal con el otro.
Con frecuencia, los padres o los maestros se dan cuenta de que el niño está teniendo problemas en la vista, porque cruza los ojos, bizquea frecuentemente o inclina la cabeza hacia un lado para ver mejor. Algunos niños tienen una mala percepción de la profundidad y dificultad para ver en tres dimensiones.
Es importante visitar a un profesional del cuidado de la salud para hacer controles de vista regulares a fin de detectar problemas en los niños.
El tratamiento de la ambliopía implica forzar al cerebro a prestar atención a las imágenes procedentes del ojo con ambliopía o más débil para mejorar la visión en ese ojo. Esto se lleva a cabo mediante anteojos graduados, parches, gotas oculares, una intervención quirúrgica (operación) o una combinación de estos tratamientos:
Los niños alcanzan la "madurez visual" en torno a los 8 años de edad; después de este momento, los problemas en la vista pueden ser más difíciles de tratar. Cuanto antes se diagnostique y se trate la ambliopía, más probabilidades habrá de mejorar la visión y de evitar pérdidas visuales permanentes.
A veces, los problemas en la vista no presentan signos claramente detectables. Por lo tanto, es importante que los niños tengan revisiones oculares una vez al año. Esas revisiones se deben iniciar en torno a los 2 o 3 años de edad y deben proseguir durante toda la etapa preescolar para poder detectar posibles problemas antes de que el niño alcance la madurez visual.
La mayoría de las pruebas de cribado se hacen en el consultorio del pediatra o bien en las revisiones médicas que se llevan a cabo en los centros escolares. Si detectaran algún problema, remitirían a su hijo a un oftalmólogo u oculista pediátrico, para que complete la evaluación y lleve a cabo el tratamiento.
Si tiene preguntas sobre la vista de su hijo, hable con su médico.
Nota: Toda la informacion incluida en este material tiene propositos educacionales solamente. Si necesita servicios para diagnostico o tratamiento, tenga a bien consultar con su medico de cabecera.
© 1995-2025 KidsHealth ® Todos los derechos reservados. Imagenes proporcionadas por iStock, Getty Images, Corbis, Veer, Science Photo Library, Science Source Images, Shutterstock, y Clipart.com