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Las caídas, los golpes fuertes en la cabeza, las lesiones deportivas y hasta escuchar música a gran volumen pueden ocasionar daños en los oídos, que pueden afectar a la audición y al equilibrio. Esto se debe a que los oídos no solo nos ayudan a oír sino también a mantener nuestra estabilidad.
Los niños necesitan oír bien para desarrollar y utilizar la facultad de hablar y escuchar y sus habilidades sociales. Hasta pérdidas auditivas leves o parciales pueden repercutir sobre sus facultades para hablar y para entender el lenguaje, mientras que sus problemas de equilibrio pueden influir en cómo se desplazan y en cómo se sienten.
Para entender las lesiones de oído, ayuda revisar los pormenores de esta parte del cuerpo. Básicamente, el oído está formado por tres partes: el oído externo, el oído medio y el oído interno.
La audición empieza cuando las ondas sonoras que se trasmiten por el aire alcanzan el oído externo, o pabellón auditivo (la parte visible del oído o la oreja). El oído externo capta las vibraciones sonoras y las envía al oído medio a través del conducto auditivo externo. El oído medio contiene el tímpano (una fina capa de tejido) y tres huesos diminutos (denominados "cadena de huesecillos"). El sonido hacer vibrar al tímpano y la cadena de huesecillos amplifica estas vibraciones y las trasmite al oído interno.
El oído interno consta de una cavidad en forma de caracol (la cóclea) que está llena de líquido y recubierta por cuatro filas de diminutas células ciliadas. Cuando las vibraciones avanzan por el líquido, las células ciliadas externas se contraen y amplifican el sonido.
Cuando las vibraciones son lo bastante grandes, las células ciliadas internas las traducen a impulsos nerviosos eléctricos y envían esta información al nervio vestibulococlear (también llamado nervio auditivo, nervio acústico, octavo par craneal), que manda señales al cerebro para que este las interprete como sonidos. El nervio vestibulococlear también ayuda a mantener el equilibrio.
Pueden ocurrir pérdidas auditivas y problemas de equilibrio cuando se dañan partes fundamentales del oído, como el tímpano, el conducto auditivo, los huesecillos, la cóclea o el nervio vestibular.
Echemos un vistazo a las principales causas de las lesiones de oído y a cómo pueden afectar a la población infantil:
Cortes, rasguños, quemaduras o congelaciones. Cuando se produce una lesión (incluso aunque sea leve) en el oído externo o el conducto auditivo externo, el sangrado y las infecciones pueden afectar a otras partes del oído.
Introducción de objetos dentro del oído. Cosas como hisopos de algodón (o bastoncillos), uñas o lápices pueden provoca roces en el conducto auditivo y/o llegar a perforar el tímpano (lo que recibe el nombre de rotura o perforación de tímpano).
Golpes directos sobre la oreja o la cabeza. Las caídas, los accidentes de tráfico, las lesiones deportivas o la lucha pueden perforar el tímpano, dislocar la cadena de huesecillos o lesionar el oído interno. Los luchadores, boxeadores y otros tipos de atletas que reciben fuertes impactos de forma repetida en el oído externo pueden desarrollar graves hematomas o coágulos de sangre que interrumpen el flujo sanguíneo hacia el cartílago del pabellón auditivo, alterando su forma y su estructura (lo que se conoce como oreja de coliflor).
Ruidos fuertes. Los niños pueden tener pérdidas auditivas importantes y/o permanentes cuando se exponen a ruidos realmente fuertes cada día o durante un periodo largo de tiempo. Esto se denomina "trauma acústico" o pérdida auditiva inducida por el ruido.
Cuando ocurre esto, las diminutas células ciliadas de la cóclea se deterioran. Este deterioro lo puede provocar un ruido fuerte (como un disparo, un petardo o una explosión) o ruidos que se van repitiendo a lo largo del tiempo (como el de las cortadoras de césped, las herramientas eléctricas, la maquinaria agrícola, el ruido que generan los acontecimientos deportivos, los ensayos de bandas de música, los talleres de manualidades, las motocicletas y hasta las salas de cine). Pero, tanto en niños como en adolecentes, escuchar música a un volumen demasiado alto (en conciertos, en el coche o mediante cascos) es una de las principales causas de este tipo de pérdidas auditivas completamente prevenibles.
Cambio brusco e importante en la presión del aire. Cuando hacemos submarinismo o volamos en avión, la presión del aire se reduce conforme subimos y aumenta cuando bajamos. Si la presión no se equipara a ambos lados del tímpano, la parte del tímpano donde hay más presión se abomba hacia el lado contrario, lo que provoca dolor y a veces pérdidas auditivas parciales, denominadas barotraumas.
Normalmente, la trompa de Eustaquio (un conducto que conecta el oído medio con la parte posterior de la garganta por detrás de la nariz) equipara la presión del oído medio con la del aire exterior permitiendo la entrada de aire en el oído medio. Cuando se le "destapan" los oídos al bostezar o tragar, las trompas de Eustaquio están regulando la presión del aire en su oído medio.
Pero en la población infantil es posible que las relativamente estrechas trompas de Eustaquio no funcionen igual de bien, sobre todo si están obstruidas debido a inflamación y mucosidades (en las infecciones de oído y en los catarros) amígdalas y adenoides agrandadas o inflamadas. De todos modos, el dolor o los problemas auditivos asociados a este tipo de situaciones suelen ser leves y de carácter temporal; suelen remitir en minutos y no provocan ninguna lesión duradera. En algunos casos, un niño pude tener dolor durante varias horas seguidas si no se le destapan los oídos. Ocasionalmente, cambios extremos en la presión del aire hacen que el oído medio se llene de líquido o de sangre, pudiendo provocar, incluso, perforación de tímpano.
Las lesiones de oído pueden afectar a un niño de formas diferentes. Algunas de ellas se pueden asociar a pérdida auditiva parcial, con síntomas como los siguientes:
En otros casos, los niños pueden tener pérdidas auditivas completas o sordera (cuando no pueden oír nada en absoluto).
Dependiendo de si tienen afectados uno o ambos oídos, los niños que han sufrido lesiones en el oído que afectan al equilibrio pueden presentar los siguientes síntomas:
Usted no puede proteger constantemente a su hijo de posibles lesiones, ya que los accidentes y las lesiones son una parte natural de la vida de cualquier niño. Pero sí que puede prevenir algunas lesiones de oído fomentando lo siguiente:
La duración de los problemas auditivos o de equilibrio y su forma de tratamiento dependerán de qué parte del oído se ha lesionado, qué es lo que ha provocado la lesión y la gravedad de la misma. A pesar de que las lesiones de poca importancia suelen ocasionar problemas de carácter temporal, las lesiones más graves pueden ocasionar pérdidas auditivas o problemas de equilibro permanentes.
La terapia vestibular puede ayudar a los niños que presentan problemas de equilibrio. Y los que presentan importantes pérdidas auditivas es posible que necesiten audífonos, sistemas FM o "entrenadores auditivos" (dispositivos especializados que eliminan el ruido de fondo) o bien implantes cocleares (un dispositivo que se implanta quirúrgicamente que ayuda a superar problemas que afectan al oído interno o cóclea). También pueden necesitar recibir terapia auditivo verbal impartida por un audiólogo (especialista en audición).
Asegúrese de llamar al pediatra si su hijo:
Si hay motivo para preocuparse, es probable que el pediatra les remita a un especialista en oído, garganta y nariz y tal vez también a un audiólogo, quienes les indicarán el próximo paso a seguir.
Nota: Toda la informacion incluida en este material tiene propositos educacionales solamente. Si necesita servicios para diagnostico o tratamiento, tenga a bien consultar con su medico de cabecera.
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