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Trastorno afectivo estacional

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Maggie comenzó su tercer año de la escuela secundaria con una gran energía. No tenía problemas para mantener al día su trabajo escolar y participaba en varias actividades después de la escuela. Pero después de las vacaciones por el Día de Acción de Gracias, comenzó a tener problemas para terminar las lecturas asignadas y tenía que hacer más esfuerzo para trabajar bien. No podía concentrarse en clase y después de la escuela todo lo que quería hacer era dormir. Sus notas comenzaron a bajar y rara vez sentía ganas de socializar. Hasta entonces Maggie siempre había sido puntual, pero empezó a tener problemas para levantarse a tiempo para llegar a la escuela y durante el invierno tuvo muchos ausentes o llegó tarde muchos días.

Al comienzo, sus padres pensaron que ella estaba aflojando el ritmo de trabajo. Estaban molestos con ella, pero pensaron que se trataba sólo de una etapa; en especial, porque su energía pareció regresar en la primavera. Pero cuando en noviembre volvió a suceder lo mismo y el estado de ánimo y las notas de Maggie volvieron a caer, sus padres la llevaron al doctor, quien le diagnosticó un tipo de depresión llamada trastorno afectivo estacional, o TAE.

¿Qué es el trastorno afectivo estacional?

Se trata de una forma de depresión que sigue un patrón estacional. La época en que aparece y desaparece el trastorno afectivo estacional (TAE) es la misma cada año. En general, la gente que padece TAE presenta síntomas de depresión a medida que se acerca el invierno y las horas de luz se van reduciendo. Cuando la primavera regresa y los días vuelven a ser más largos, la persona que padece de TAE experimenta un alivio de sus síntomas y su estado de ánimo y nivel de energía se normalizan.

¿Cuáles son los síntomas del TAE?

Como otras formas de depresión, los síntomas del TAE pueden ser leves, graves o de grado intermedio. Los síntomas más leves afectan menos la capacidad de la persona de participar en las actividades cotidianas, pero los más graves pueden afectarla mucho más.

Los síntomas del TAE son los mismos que los de la depresión, pero sólo ocurren durante una época específica del año. El patrón estacional del TAE —el hecho de que los síntomas ocurren sólo durante unos pocos meses cada invierno (durante por lo menos 2 años seguidos), pero no en las otras estaciones— es lo que lo distingue de las otras formas de depresión.

Los síntomas del TAE pueden incluir los siguientes:

  • Cambios en el estado de ánimo: tristeza, irritabilidad y/o sentimientos de desesperanza o de no valer nada la mayor parte del tiempo durante por lo menos 2 semanas; tendencia a la autocrítica y una mayor sensibilidad que la habitual a las críticas; llanto y sensación de estar molesto que sobrevienen con mayor facilidad y frecuencia.

  • Incapacidad para disfrutar: pérdida de interés en las cosas que suelen disfrutarse; sensación de no poder completar las tareas tan bien como antes; sentimientos de insatisfacción o culpa.

  • Poca energía: cansancio inusual o fatiga sin razón aparente.

  • Cambios en el sueño: dormir mucho más de lo usual (que para los niños que padecen de TAE puede complicar el levantarse y alistarse para la escuela en las mañanas).

  • Cambios en los hábitos alimenticios: ganas de consumir carbohidratos simples (por ejemplo, alimentos reconfortantes y azucarados); tendencia a comer de más (que podría resultar en aumento de peso durante los meses de invierno).

  • Dificultad para concentrarse: más dificultad que la habitual para completar las tareas a tiempo; falta de motivación usual (que puede afectar el rendimiento escolar y las notas).

  • Disminución de las actividades sociales: menos tiempo compartido con amigos, ya sea en actividades sociales o extracurriculares.

Los problemas que genera el TAE, como las notas más bajas o la menor energía para socializar con amigos, pueden afectar la autoestima y hacer que las personas se sientan frustradas, aisladas y solitarias; en especial, si no se dan cuenta de qué es lo que está causando los cambios en la energía, el estado de ánimo y la motivación.

¿Cuáles son las causas del TAE?

Se cree que en el TAE, de alguna manera, la depresión es desencadenada por la respuesta del cerebro a la disminución de la exposición a la luz natural. Aún no se sabe cabalmente cómo ni por qué sucede esto. Las teorías actuales sobre el origen del TAE se centran en el papel que desempeña la luz solar en la producción por parte del cerebro de ciertas hormonas clave que ayudan a regular los ciclos de sueño-alerta, la energía y el estado de ánimo. Hoy se cree que dos sustancias químicas presentes en el organismo, la melatonina y la serotonina, están involucradas en el TAE.

La melatonina, que está asociada con el sueño, se produce en mayores cantidades cuando hay oscuridad o cuando los días son más cortos. El aumento de la producción de melatonina puede causar somnolencia y letargo. La producción de serotonina aumenta con la exposición a la luz solar. Los niveles bajos de serotonina están asociados con la depresión, de manera que aumentar la disponibilidad de serotonina ayuda a combatir la depresión. Los días más cortos y las horas de oscuridad más largas en el otoño y el invierno pueden causar un aumento en los niveles de melatonina y una disminución en los niveles de serotonina, cuya combinación podría crear condiciones biológicas para la depresión.

¿Quién padece de TAE?

Alrededor de seis de cada 100 personas (6%) padece de TAE. Aunque puede presentarse durante la niñez y al inicio de la adolescencia, es más común en los adolescentes mayores y al inicio de la etapa adulta, en general a partir de los 20 años. Al igual que en otras formas de depresión, las mujeres tienen una probabilidad cuatro veces mayor de padecer de TAE que los hombres, lo mismo que las personas con parientes que han experimentado depresión. Además, la biología, la química cerebral, los antecedentes familiares, el medio ambiente y las experiencias de vida individuales pueden hacer que ciertas personas tengan más propensión a desarrollar el TAE y otras formas de depresión.

La preponderancia del TAE varía de región a región, y es mucho más abundante entre las personas que viven en latitudes mayores. Por ejemplo, un estudio reveló que los índices del TAE fueron siete veces mayores entre las personas en New Hampshire que en Florida, lo que sugiere que cuanto más lejos de la línea ecuatorial vive una persona, más probable es que desarrolle el TAE. Curiosamente, cuando las personas que padecen de TAE viajan a áreas de menor latitud durante el invierno, donde hay más luz natural, no presentan los síntomas estacionales.

No obstante, la mayoría de las personas no sufren de depresión estacional, incluso si viven en áreas donde los días son más cortos durante los meses de invierno. Aún no existe una comprensión cabal de por qué ciertas personas tiene más probabilidad de padecer el TAE. Es posible que ciertas personas sean más sensibles que otras a las variaciones de luz y, por lo tanto, pueden experimentar cambios más drásticos en la producción hormonal que depende de su exposición a la luz. La investigación sobre las causas y los mecanismos involucrados en el TAE continúa, así como la investigación acerca de por qué algunas personas tienen más probabilidad que otras de padecer TAE.

¿Cómo se trata el TAE?

El tratamiento para el TAE, que varía en función de la gravedad de los síntomas, incluye lo siguiente:

Mayor exposición a la luz. Ya que los síntomas del TAE son desencadenados por falta de exposición a la luz y tienden a desaparecer por sí solos cuando aumenta la luz disponible, el tratamiento para el TAE a menudo involucra una mayor exposición a la luz durante los meses de invierno. Para una persona que tiene síntomas leves, podría ser suficiente pasar más tiempo al aire libre durante las horas de luz natural, tal vez haciendo ejercicio al aire libre o una caminata diaria. Las bombillas de luz de espectro completo (luz natural) que se pueden usar en lámparas comunes pueden ayudar a traer un poco más de luz natural a la casa en los meses de invierno y podrían ayudar a aliviar los síntomas leves.

Terapia de luz (o fototerapia). Los síntomas más severos se pueden tratar con terapia de luz, que involucra el uso de una luz especial más potente que se asemeja a la luz de día. Se coloca una caja o panel de luz especial sobre una mesa o escritorio y la persona se sienta delante de la luz durante un período corto de tiempo todos los días (más o menos 45 minutos al día, en general por la mañana) con los ojos abiertos, mirando de reojo —no de frente— hacia la luz de tanto en tanto (para que la luz actúe tiene que ser absorbida a través de la retina). Los síntomas tienden a mejorar en unos pocos días en algunos casos o en unas pocas semanas en otros. Por lo general, la terapia de luz se emplea hasta que la luz natural exterior es suficiente. Algunos efectos secundarios leves de la fototerapia podrían incluir dolor de cabeza o fatiga visual.

Las luces que se utilizan para la fototerapia deben filtrar y eliminar los rayos ultravioleta dañinos. No se deben utilizar camas solares o cabinas para bronceado a fin de aliviar los síntomas del TAE. Los rayos ultravioleta emitidos por las camas solares pueden dañar la piel y fomentar la aparición de arrugas, manchas de edad e incluso cáncer de piel, como el melanoma. La fototerapia se debe utilizar con cuidado si su hijo tiene otro tipo de trastorno depresivo, piel sensible a la luz, o problemas de salud que hacen que sus ojos sean vulnerables al daño causado por la luz. Asegúrese de conversar sobre todas estas situaciones con el médico de su hijo. Como cualquier tratamiento, la fototerapia se debe utilizar con la supervisión del médico de su hijo.

Medicamentos (o farmacoterapia). A un niño o adolescente que padece de TAE se le pueden recetar medicamentos que se podrían utilizar en combinación con terapia de conversación y terapia de luz con la supervisión de un médico. Los medicamentos antidepresivos ayudan a regular el equilibrio de serotonina y otros neurotransmisores en el cerebro, que afectan el estado de ánimo y la energía. Asegúrese de informar al médico sobre todos los otros medicamentos que su hijo esté tomando, incluyendo medicamentos de venta libre y medicamentos a base de hierbas, que podrían interactuar negativamente con los medicamentos recetados.

Terapia de conversación (o psicoterapia). La terapia de conversación ayuda a aliviar la sensación de aislamiento o soledad y se concentra en examinar los pensamientos y sentimientos negativos asociados con la depresión. La terapia de conversación también puede ayudar a las personas que padecen TAE a informarse sobre su afección y a entenderla mejor así como a aprender qué hacer para prevenir o minimizar los brotes de depresión estacional.

Lo que pueden hacer los padres

Si sospecha que su hijo o hija padece TAE, converse con su médico sobre sus inquietudes. Los médicos y profesionales de la salud mental diagnostican el TAE después de una evaluación cuidadosa. También es importante hacerse un examen médico para asegurarse que los síntomas no se deban a una afección que necesite tratamiento. El cansancio, la fatiga y la falta de energía podrían ser señales de otra afección médica, como hipotiroidismo, hipoglucemia o mononucleosis.

Cuando recién se presentan los síntomas de TAE, los padres podrían pensar equivocadamente que su hijo está aflojando el ritmo de trabajo o que no se está esforzando. No es raro que los padres atribuyan la falta de motivación, energía e interés a una mala actitud intencional. Informarse sobre el TAE puede ayudar a los padres a entender que es posible que haya otra razón para esos cambios, que alivie los sentimientos de culpa o la impaciencia con su niño o adolescente.

A veces, los padres no están seguros de cómo conversar sobre sus inquietudes y observaciones. En general, lo mejor es hacerlo dándoles apoyo y sin juzgarlos. Podría ser útil comenzar la conversación de la siguiente manera: “Te noto distinto últimamente. Has estado muy triste, malhumorado y cansado, y no parece que te estés divirtiendo. Parece que te has estado sintiendo rendido y exhausto, como que no te cansas de dormir. Por eso, he concertado una cita para que te hagan un control. Quiero ayudarte a que te sientas mejor, a que vuelvas a hacer las cosas lo mejor posible y a que disfrutes de nuevo”.

Esto es lo que puede hacer si su niño o adolescente ha sido diagnosticado con TAE:

  • Participe en el tratamiento de su hijo. Pregúntele a su médico cuál es la mejor manera de ayudar a su hijo.

  • Ayude a su hijo a entender el TAE. Infórmese sobre el trastorno y provea explicaciones simples. Recuerde que a su hijo le podría ser difícil concentrarse, así que es poco probable que quiera leer o estudiar mucho sobre el TAE; resúmale los puntos importantes.

  • Anime a su hijo a hacer bastante ejercicio y a pasar tiempo al aire libre. Hagan una caminata diaria juntos.

  • Encuentren tiempo de calidad. Pase un poco de tiempo adicional con su hijo; nada especial, sólo algo sencillo que no requiera mucha energía. Traiga a casa una película que le podría gustar o compartan una merienda. Su compañía y atención son ingredientes clave. Ayudan a brindar contacto personal y un sentido de conexión.

  • Sea paciente. No espere que los síntomas desaparezcan de inmediato. Recuerde que la falta de motivación, la poca energía y el sentido de ánimo deprimido son parte del TAE; es poco probable que su hijo responda con alegría a los esfuerzos que usted haga por ayudarlo.

  • Ayúdelo con los deberes. Podría ser necesario que le brinde una mano temporalmente: para ayudar a su hijo a organizar sus deberes o apoyarlo para que complete su trabajo. Hágale saber que los problemas de concentración son parte del TAE y que las cosas mejorarán. Puede que los niños y adolescentes que padecen TAE no se den cuenta de esto y se podrían preocupar porque no son capaces de hacer sus deberes. Además, sería bueno que hable con el maestro de su hijo; pida tiempo adicional para las asignaciones hasta que las cosas mejoren con el tratamiento.

  • Ayude a su hijo a comer bien. Aliéntelo a que evite llenarse de carbohidratos simples y meriendas azucaradas. Proporciónele bastantes granos enteros, verduras y frutas.

  • Establezca una rutina de sueño. Aliente a su hijo a que se acueste a la misma hora todos los días, a fin de que pueda así aprovechar los beneficios para la salud mental que proporciona a luz natural.

  • Tome la situación con seriedad. No demore la evaluación si sospecha que su hijo puede estar padeciendo de depresión. Si su hijo padece TAE, ayúdelo a informarse sobre el patrón estacional de su depresión. Hable con su hijo y permita que hable sobre lo que está sintiendo. Asegúrele que las cosas mejorarán, aunque en este momento le parezca imposible.

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Nota: Toda la informacion incluida en este material tiene propositos educacionales solamente. Si necesita servicios para diagnostico o tratamiento, tenga a bien consultar con su medico de cabecera.

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