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El síndrome de Tourette es una afección que provoca movimientos musculares repentinos y repetitivos, y sonidos conocidos como tics.
Los síntomas del síndrome de Tourette aparecen en la niñez; por lo general, cuando los niños tienen entre 5 y 9 años de edad. No es muy frecuente y los niños son más propensos a desarrollarlo que las niñas.
Los tics asociados con el síndrome de Tourette suelen volverse más leves o desaparecer por completo a medida que los niños llegan a la edad adulta. No obstante, hasta ese momento, los padres pueden ayudar a los niños a hacer frente a este problema.
Existen dos tipos de tics asociados con el síndrome de Tourette:
Los tics se dividen en simples o complejos:
En determinados momentos, como cuando una persona está estresada, los tics pueden ser más graves, más frecuentes o más extensos. O, es posible que el tipo de tic cambie.
Algunos niños pueden controlar los tics por un breve período de tiempo. Pero a medida que la tensión se acumula, finalmente será liberada en forma de tic. Y si una persona se concentra para controlar el tic, tal vez le resulte difícil concentrarse en otra cosa. Esto puede hacer que a los niños con síndrome de Tourette les resulte difícil mantener una conversación o prestar atención en clase.
El síndrome de Tourette es un trastorno genético. Esto significa que es el resultado de un cambio en los genes que es heredado (se pasa de los padres a los hijos) o que ocurre durante el desarrollo en el vientre de la madre.
No se sabe cuál es la causa exacta del síndrome de Tourette, pero algunas investigaciones apuntan a cambios en el cerebro y a problemas con la forma en que se comunican las células nerviosas. Tal vez se deba a un desequilibrio en los neurotransmisores (sustancias químicas del cerebro que transportan las señales de los nervios de una célula a otra).
Muchos niños y adolescentes con síndrome de Tourette tienen otras condiciones que afectan a la conducta, como trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH), trastorno obsesivo compulsivo (TOC), problemas de aprendizaje o ansiedad.
Para diagnosticar el síndrome de Tourette, el niño debe tener varios tipos diferentes de tics durante al menos un año. Los tics deben ser, específicamente, varios tics de tipo motriz y al menos un tic de tipo vocal. Pueden ocurrir todos los días o esporádicamente a lo largo del año.
Los niños con síntomas del síndrome de Tourette deben consultar a un neurólogo, un médico que se especializa en problemas con el sistema nervioso. El neurólogo tal vez les pida a los padres que lleven un registro de los tipos de tics que tiene y la frecuencia con que ocurren.
No existe un análisis específico para diagnosticar el síndrome de Tourette. Por el contrario, el profesional del cuidado de la salud diagnostica el síndrome después de revisar los antecedentes familiares y la historia clínica, de observar los síntomas y de hacer un examen físico. A veces, se pueden hacer estudios por imágenes, como resonancias magnéticas, tomografías computadas, electroencefalogramas, o análisis de sangre para descartar otras afecciones que pueden provocar síntomas similares a los del síndrome de Tourette.
Así como el síndrome de Tourette es diferente en cada persona, el tratamiento también puede ser diferente. Si bien no existe una cura para el síndrome de Tourette, la mayoría de los tics no afectan la vida cotidiana. Si lo hace, los médicos pueden recomendar medicamentos para controlar los síntomas.
El síndrome de Tourette no es un trastorno psicológico, pero a veces los médicos envían a los niños y los adolescentes a un psicólogo o psiquiatra. Ver a un terapeuta no detendrá los tics, pero puede ayudar a hablar con alguien acerca de los problemas, a sobrellevar mejor el estrés y a aprender técnicas de relajación. Los terapeutas también pueden ayudarlos con otros problemas, como el TDAH, el TOC y/o la ansiedad.
Los tics suelen ser más graves antes de la primera mitad de la adolescencia. La mayoría de las personas ven una gran mejoría cuando se acercan a los últimos años de la adolescencia o los primeros años de la vida adulta. Sin embargo, algunas personas continúan teniendo tics en la vida adulta.
Muchas personas no comprenden qué es el síndrome de Tourette o qué lo causa, entonces, no saben cómo actuar cuando están con alguien que tiene tics. Si las personas observan o hacen comentarios, los niños y los adolescentes con síndrome de Tourette quizás se sientan avergonzados o frustrados. Quienes padecen este síndrome tal vez deban explicarle acerca del trastorno a otras personas o hacer frente a las burlas.
Estos consejos pueden ayudar a los niños con síndrome de Tourette a afrontar estos problemas:
Cada persona con síndrome de Tourette afronta de manera diferente los desafíos físicos, emocionales y sociales. Pero el síndrome de Tourette no tiene por qué afectar la vida diaria y los niños que lo padecen pueden disfrutar de hacer las mismas cosas que los demás niños.
Nota: Toda la informacion incluida en este material tiene propositos educacionales solamente. Si necesita servicios para diagnostico o tratamiento, tenga a bien consultar con su medico de cabecera.
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