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Cuando uno de los padres u otro familiar padece una enfermedad grave, puede ser difícil saber cómo decírselo a su hijo. Tal vez crea que está protegiendo a su hijo evitándole cualquier pena o miedo. Pero los niños se suelen enterar cuando ocurre algo en casa, y que no los informen al respecto puede hacer que se pongan ansiosos.
Aquí tiene algunos consejos sobre cuándo empezar a hablar con su hijo, qué decirle y cómo apoyarlo.
Escoja un momento en que los dos (usted y su hijo) estén lo bastante relajados como para hablar y en que no tengan prisa. Quizá una tarde de un fin de semana donde no haya actividades programadas y dispongan de tiempo para hablar. Pero evite decírselo antes de la hora de acostarse, porque su hijo podría tener problemas para conciliar el sueño después.
No pasa nada si habla con su hijo aunque todavía no disponga de toda la información.
Los objetivos consisten en ayudar a su hijo a entender lo que está ocurriendo en casa y qué puede esperar, así como consolarlo. Es importante hablar con sinceridad. Su hijo puede no tener ninguna pregunta que hacer o bien tener muchas. Si usted no conoce las respuestas, dígale que tratará de obtenerlas.
Otras cosas a tener en cuenta:
Empiece por lo más básico sobre la enfermedad, como cómo se llama, a qué parte o partes del cuerpo afecta y cómo se trata. Puede ser útil preguntarle a él qué ha oído sobre la enfermedad.
Hágase eco de las emociones de su hijo. Tenga paciencia y no reste importancia a lo que sienta su hijo. Si le dice que está preocupado y asustado, hágase eco de lo que le diga: «Sí, ya veo que esto te asusta mucho. Está bien que te sientas así.” Así, trasmitirá a su hijo que lo está escuchando y comprendiendo.
También puede compartir cómo se siente usted y las medidas positivas que está adoptando para afrontar la situación, como salir a pasear. Esto puede ayudar a los niños a abrirse más y darles ideas sobre cómo gestionar sus propios sentimientos.
Explique las cosas en función de la edad y del grado de madurez de su hijo. Tenga en cuenta cuánto puede entender y asimilar su hijo. Pruebe estos consejos basados en la edad:
A los niños y adolescentes de todas las edades les puede costar hablar sobre lo que está pasando en casa. Los niños muy pequeños pueden utilizar dibujos que los ayuden a «expresar» lo que sienten. Si su hijo es mayor o un adolescente, sugiérale que escriba en su diario, haga obras de arte o toque música para expresarse. También puede animarlo a encontrar formas saludables de afrontar el estrés, como hacer ejercicios de respiración, yoga o deporte.
Usted no tiene que contárselo todo a su hijo al principio. Lo puede ir compartiendo con él poco a poco. Esto puede ser útil si usted no está seguro de cuánto durará el tratamiento ni de si tendrá éxito.
Explique a su hijo qué seguirá igual y qué podría cambiar. Dígale a su hijo y al resto de la familia que los quiere y que siempre los querrá. Hable sobre que usted tratará de que todo siga igual, pero que algunas cosas podrían cambiar durante un tiempo. Por ejemplo, tal vez otra persona tenga que pasar a recogerlo por la escuela y quedarse con él hasta la hora de la cena. O tal vez el familiar enfermo tenga que estar en el hospital durante un tiempo; necesite guardar cama; o presente efectos secundarios, como cambios en el peso, cansancio y/o caída del cabello.
Hablen sobre qué puede hacer su hijo para ayudar. Encontrar formas de que los niños colaboren en el cuidado de un familiar enfermo les puede trasmitir cierta sensación de control. Sugiera a su hijo que haga cosas como mantener limpia su habitación o fregar los platos. Los niños más pequeños pueden recoger flores, hacer dibujos o tarjetas para la persona enferma. Los adolescentes pueden cuidar de sus hermanos cuando sea necesario.
Sigan una rutina. Esto puede ayudar a su hijo a sentirse más seguro. Su hijo se debería mantener activo físicamente, dormir lo suficiente y alimentarse bien. Trate de que haga todos sus deberes y de que asista a sus actividades extraescolares habituales.
Busque apoyo. Haga que su hijo sepa que hay personas a quienes puede acudir en busca de apoyo. Su hijo se puede apoyar en usted, otros familiares o sus amigos íntimos. También puede hablar con un profesor, un orientador escolar o un líder religioso.
Considere la posibilidad de unirse a un grupo de apoyo para compartir experiencias y recibir consejos de familias que han pasado por experiencias similares a la suya. También hay campamentos para niños con familiares que padecen una enfermedad grave. Estos pueden proporcionar un espacio saludable para afrontar esta situación.
Cuidado con el estrés. Si su hijo presenta cambios en su comportamiento (como no dormir ni comer, no querer estar con otra gente o preocuparse todo el tiempo), llame a su médico o a un profesional de la salud mental. Estos profesionales pueden ayudar a su hijo a gestionar la ansiedad y a sobrellevar la situación.
Nota: Toda la informacion incluida en este material tiene propositos educacionales solamente. Si necesita servicios para diagnostico o tratamiento, tenga a bien consultar con su medico de cabecera.
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