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El dolor en los niños y los adolescentes

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Nuestro compromiso para controlar  el dolor

Creemos que los niños y los adolescentes tienen derecho a que se tomen todas las medidas posibles para aliviarles el dolor, siempre que no conlleven riesgo alguno para su salud.  Por lo tanto, trabajamos en equipo para controlar el dolor y la ansiedad, y empleamos terapias tanto medicinales como no medicinales. Nuestro objetivo es que las familias trabajen conjuntamente con el personal del hospital para evaluar el dolor tan pronto como sea posible y tratarlo con eficacia.

¿Cuáles son las causas del dolor?

El dolor puede tener muchas causas; las siguientes son algunas de ellas:

  • Dolor postoperatorio, debido a:
    • la incisión (el corte realizado durante una operación)
    • estiramiento o hinchazón de los tejidos u órganos
  • ciertas punciones, como la colocación de una vía intravenosa o la extracción de sangre para pruebas de laboratorio
  • lesiones o inflamación en los tejidos percibidas a través de los nervios
  • sensación de dolor a causa de una infección
  • dolor muscular por estirarlos, usarlos demasiado o por estar mucho tiempo en la cama
  • la combinación del malestar físico y emocional

Existen tratamientos para calmar el dolor y el personal a cargo del cuidado de su hijo desea hacer todo lo posible para aliviarlo y hacer que se sienta cómodo.

¿Cómo sabemos si un niño o adolescente siente dolor?

Podemos evaluar el dolor con instrumentos especiales. Los niños de tan solo cuatro años pueden decirnos correctamente dónde sienten el dolor y describirlo. Los niños y los adolescentes pueden categorizarlo con el uso de una escala numérica o de caras dibujadas con gestos  expresivos, que corresponden a la magnitud del dolor que sienten.

Con aquellos niños que no pueden o no quieren decirnos, podemos buscar ciertas señales en su comportamiento mientras duermen, se mueven, comen y juegan. También nos fijamos en su estado de ánimo y comprobamos los signos vitales (frecuencia cardíaca, frecuencia respiratoria y presión arterial). El personal usará todas estas observaciones y su ayuda para evaluar el dolor de su hijo. 

¿Cuáles son las señales del dolor?

Las señales del dolor varían según la edad.  Esté atento a las que aparecen a continuación.

Los niños de 1 a 3 años a veces:

  • describen el dolor
  • lloran
  • hacen gestos de dolor
  • se ponen rígidos, se niegan a gatear o caminar
  • se ponen de mal humor con mayor facilidad
  • se ponen más agresivos
  • están inquietos o no pueden dormir
  • tienen poco apetito

Los niños en edad preescolar (de 4 a 5 años) a veces:

  • describen el dolor
  • hacen gestos de dolor
  • se ponen rígidos o se niegan a moverse
  • prefieren que no se les toque donde duele
  • lloran
  • están inquietos o irritables
  • tienen pesadillas
  • tienen poco apetito
  • no están seguros de si deben admitir que sienten dolor por temor al tratamiento médico, o si lo ven como un castigo.

Los niños en edad escolar (de 6 a 12 años) pueden hablar más directamente sobre el tipo, la causa y la magnitud del dolor que sienten.  Estos son algunos comportamientos comunes:

  • protegen o no mueven el área que les duele
  • tienen la cara sin expresión
  • hacen gestos de dolor o lloran
  • se retraen emocionalmente
  • están irritables
  • se ponen inquietos o se retuercen
  • tienen perturbaciones del sueño
  • tienen poco apetito
  • tienen pesadillas
  • no admiten que tienen dolor por temor al tratamiento médico

Los adolescentes (de 13 a 18 años) pueden mostrar comportamientos tanto de adulto como de niño.  Esté atento a:

  • cambios en el nivel de actividad
  • menos cooperación o participación
  • cambios en los hábitos para comer o dormir
  • irritabilidad, inquietud
  • falta de enfoque o concentración
  • rabia o retraimiento

¿Qué pueden hacer los padres?

Los padres desempeñan un papel muy importante en el control del dolor de sus hijos.  Como usted es la persona que mejor conoce a su hijo, podrá colaborar muy de cerca con el personal del hospital Children’s (los médicos, enfermeros o especialistas en terapia recreativa) y tomar las decisiones necesarias para lograr un mejor control del dolor.  Usted es quien puede darle a su hijo el mejor apoyo en situaciones nuevas y difíciles.

Para ayudarle a enfrentar el dolor, usted puede:

  • Estar con él, o pedir a otras personas cercanas a su hijo que vengan a visitarle.
  • Avisar al personal si le parece que el dolor no está bajo control, o si ya le pueden bajar la dosis del medicamento para el dolor si ve que está demasiado soñoliento o más activo.
  • Darle tanto control como pueda a su hijo; ofrézcale opciones realistas.
  • Elogiarlo, aun por logros pequeños; los elogios dan ánimo y ayudan a los niños a enfrentar situaciones difíciles.
  • Hacer actividades rutinarias para calmarlo antes y después de una experiencia estresante.

¿Qué se puede hacer para disminuir el dolor?

Métodos no medicinales

El dolor es un estado físico y emocional.  Los niños y adolescentes lo sienten en el cuerpo y también piensan en él.  Pueden tener sensaciones como ardor, punzadas, presión o retortijones, y también pensamientos como ¿por qué siento dolor? ¿cuánto durará? ¿por qué nadie me lo puede aliviar? y ¿me duele por haberme portado mal?  Es posible que se pregunten si el dolor se va a agravar o si jamás se irá. 

Con esta ansiedad, pueden percibir que el dolor es incluso peor, lo cual aumenta su preocupación. ¿Cómo podemos romper este círculo vicioso de dolor y ansiedad?  A continuación se enumeran algunas cosas que pueden ayudar a su hijo:

  • Estar preparado para los procedimientos (según la edad y nivel de desarrollo) le ayudará a evitar el dolor tanto emocional como físico, y a entender y enfrentar la situación.
  • Distraerse con música, cuentos, juegos o videos puede servir para apartar la atención del niño de un procedimiento médico o del dolor.
  • Hacer ejercicio o caminar.
  • Cargarlo o abrazarlo.
  • Usar técnicas para relajarse como soplar burbujas o molinillos o enfocarse en respirar profundamente puede reducir la ansiedad.
  • Darle un masaje suave. Esto ayuda a relajar los músculos y los nervios que envían mensajes de dolor al cerebro, de modo que no perciba tanto dolor.
  • Utilizar una compresa caliente o una bolsa de hielo. El uso de algo tibio o frío sobre el área adolorida puede ayudar a reducir la inflamación o el dolor muscular.
  • La imaginación, la retroalimentación o la hipnosis pueden ayudarle a relajarse e imaginar que están en otro lugar.

Nosotros le enseñaremos a usar estas técnicas con su hijo.

Medicamentos

Disponemos de varias clases de medicamentos para controlar el dolor. Tendremos en cuenta el tipo de dolor, la causa y la duración anticipada para determinar cuál será mejor para su hijo. A menudo utilizamos algunos medicamentos juntos. A continuación se describen algunos:

La crema anestésica, como la lidocaína 4%, se aplica en la piel para adormecerla. Se ofrece antes de insertar una aguja, por ejemplo para colocar una vía intravenosa, para sacar sangre o antes de poner una inyección. La crema tiene que estar en la piel durante un mínimo de 30 minutos para ser eficaz.  No elimina el dolor, pero ayuda a disminuirlo.  (Consulte la hoja informativa titulada “Cremas anestésicas”.)

Los medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (NSAIDs, por sus siglas en inglés) reducen el dolor y la inflamación. Se pueden comprar sin receta médica y ayudan a controlar el dolor leve o moderado. Para disminuir el riesgo de que produzcan dolores estomacales, procure administrarlos con comida.  Un ejemplo es el ibuprofeno (Motrin®, Advil®  u otras marcas).

El acetaminofén (Tylenol®  u otra marca) es otro medicamento también disponible sin receta médica que ayuda a aliviar el dolor leve o moderado.  El acetaminofén tiene menos efectos secundarios que los medicamentos antiinflamatorios no esteroideos, pero no reduce la inflamación.

Los opioides son medicamentos potentes que suelen administrarse después de una operación para tratar el dolor moderado o grave. Se pueden administrar por vía intravenosa o de manera oral. Los opioides pueden tener efectos secundarios como picazón, náusea y estreñimiento. A menudo dan sueño y hacen que el paciente respire más despacio. A veces se utilizan junto con los medicamentos antiinflamatorios no esteroideos o con acetaminofén.  Cuando se administran opioides por vía oral, es necesario tomarlos con comida para evitar que provoquen náusea. Para prevenir el estreñimiento, es necesario tomar mucho líquido o usar un laxante.

Mientras esté en el hospital, existen otras maneras de administrar medicamentos para el dolor. En algunos casos se coloca una bomba de analgesia que puede ser controlada por el paciente (PCA, por sus siglas en inglés), quien aprieta un botón para administrarse  una dosis  del medicamento. Después de una operación se puede colocar un pequeño catéter (sonda) en el espacio epidural al lado de la médula espinal, de modo que los medicamentos lleguen directamente a las terminales nerviosas.  (Consulte la hoja informativa titulada “Analgesia epidural”.)

Una vez que le den de alta, siga las instrucciones del médico para la administración de medicamentos.  Dele el medicamento en cuanto empiece el dolor y antes de acostarse para que pueda dormir sin molestias. Tome en cuenta que el dolor, una vez que se agudiza, es más difícil de aliviar.  Algunos medicamentos tienen que tomarse incluso en la noche; de ser así, el médico le explicará cuándo administrarlos.

Llame al médico si el medicamento no parece aliviar el dolor o si se agudiza.  Cuando llame, le preguntarán si el niño tiene fiebre, cómo de fuerte es el dolor (basándose en su escala) y qué aspecto tiene la herida o el área de la operación (si la hay).

¿Tiene más preguntas?

Esta hoja informativa sólo ofrece información general.  Si tiene alguna pregunta o duda, consulte al médico o al personal a cargo del cuidado del niño. El médico y los enfermeros también pueden consultar a los especialistas en dolor que trabajan en el hospital. Recuerde que el tratamiento eficaz del dolor requiere trabajo en equipo.

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