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Las infecciones de oído ocurren cuando los virus o las bacterias entran en el oído medio, el espacio que hay detrás del tímpano. Cuando un niño desarrolla una infección de oído (también llamada otitis media), el oído medio se le llena de pus (un líquido infectado). El pus ejerce presión sobre el tímpano, lo que puede ser muy doloroso.
El dolor de oído es el principal signo de una infección del oído medio. Los niños también pueden tener fiebre y problemas para comer, beber o dormir, porque masticar, succionar y estar acostado pueden provocar cambios dolorosos en la presión el oído medio.
Los niños mayores se pueden quejar de dolor de oído, pero los niños pequeños se pueden limitar a tocarse o a estirar de la oreja y/o bien estar inquietos y llorar más de lo habitual.
Si la presión ejercida por el líquido acumulado en el oído medio es lo bastante alta, el tímpano se puede llegar a perforar, produciéndose un derrame de líquido hacia el exterior. Esta es una causa frecuente de ruptura de tímpano en los niños. Un niño con ruptura o perforación de tímpano puede estar mareado o tener náuseas y tener zumbidos en el oído afectado.
Las infecciones de oído suelen ocurrir debido a la inflamación en una o ambas trompas de Eustaquio (que conectan el oído medio con la parte posterior de la garganta). Las trompas de Eustaquio permiten el drenaje de las mucosidades del oído interno hacia la garganta.
Un catarro o resfriado, una infección de garganta, el reflujo ácido, o las alergias también pueden hacer que se hinchen las trompas de Eustaquio. Esto obstruye el drenaje de las mucosidades. Entonces, pueden crecer virus o bacterias en las mucosidades y fabricar pus, que se acumulará en el oído medio.
Cuando los médicos hablan de una infección de oído, se suelen referir a una otitis media en mayor medida que al oído de nadador (u otitis externa). Otitis media con efusión o derrame es cuando un líquido no infectado se acumula dentro del oído. Puede no provocar ningún síntoma, pero en algunos niños el líquido crea una sensación de oído tapado o de que se destapa el oído.
Los niños (sobre todo en sus primeros dos a cuatro años de vida) contraen infecciones de oído más a menudo que los adultos por varios motivos:
Hay otros factores que también aumentan el riesgo de que los niños desarrollen infecciones de oído, como la exposición al humo del tabaco fumado por otras personas, la alimentación con biberón y el hecho de relacionarse con otros niños en guarderías y centros de preescolar. Las infecciones de oído son más frecuentes en los niños que en las niñas.
Las infecciones de oído no son contagiosas, pero los resfriados que a veces las provocan lo pueden ser. Las infecciones de oído son frecuentes en los meses de invierno, cuando la gente contrae infecciones de las vías altas o resfriados (un niño con una infección de oído también puede tener síntomas catarrales, como nariz tapada o moqueo nasal y/o tos).
Las infecciones del oído medio suelen remitir por si solas en dos o tres días, incluso sin tratamiento alguno.
En algunos casos, la infección puede durar más (con líquido dentro del oído medio durante 6 semanas o más), incluso después de un tratamiento con antibióticos.
Los médicos hacen una exploración física al paciente y le examinan el oído. Utilizan un otoscopio, un instrumento de tamaño reducido similar a una linterna, que les permite ver el tímpano.
Para tratar una infección de oído, los profesionales de la salud tienen en cuenta muchos factores, incluyendo:
El tipo de otitis afecta a las opciones de tratamiento. No todas las otitis se tratan con antibióticos. Puesto que la mayoría de las infecciones de oído remiten por si solas, muchos médicos recomiendan el enfoque de "esperar y ver". Los niños reciben medicamentos para aliviar el dolor (o analgésicos) sin antibióticos durante unos pocos días para ver si la infección mejora.
Los antibióticos no se recetan de forma sistemática en las infecciones de oído porque:
Asimismo, el abuso de los antibióticos puede favorecer la proliferación de bacterias resistentes a los antibióticos, que son mucho más difíciles de tratar.
Si el médico receta antibióticos, se suele recomendar un tratamiento de unos 10 días. Los niños de seis años en adelante que no padecen una infección grave pueden seguir cursos de tratamiento más breves, de un total de 5 a 7 días de duración.
Algunos niños, como los que tienen infecciones de oído recurrentes y pérdidas auditivas duraderas o retraso del habla, pueden necesitar una intervención quirúrgica que consiste en implantar unos tubitos en el oído. Un médico especializado en el oído, la nariz y la garganta inserta quirúrgicamente unos tubos (llamadas tubos de timpanostomía) en la membrana timpánica, que permiten drenar el líquido acumulado en el oído medio. Esto ayuda a igualar la presión dentro del oído medio.
Los antibióticos pueden ser el tratamiento adecuado para aquellos niños que contraigan muchas infecciones de oído. Sus médicos les pueden recetar antibióticos, que deberán tomar diariamente, para ayudar a prevenir futuras infecciones. Y los niños pequeños, así como aquellos que tengan síntomas más graves, pueden necesitar antibióticos desde el principio.
El enfoque de "esperar y ver" puede no ser aplicable a aquellos niños que tengan otros problemas de salud asociados, como paladar hendido, afecciones genéticas, como el síndrome de Down, u otras enfermedades, como trastornos del sistema inmunitario.
Con o sin tratamiento antibiótico, puede ayudar a su hijo a encontrase mejor administrándole paracetamol o ibuprofeno para aliviarle el dolor y bajarle la fiebre en caso necesario. Es posible que el pediatra también le recomiende administrarle gotas para los oídos analgésicas siempre y cuando el niño no tenga el tímpano perforado.
La acumulación de líquido detrás del tímpano puede impedir el paso del sonido, lo que puede provocar problemas auditivos de carácter temporal. Los niños con un problema auditivo pueden:
En los niños con otitis media con derrame (o efusión) el líquido acumulado detrás del tímpano puede impedir el paso del sonido, lo que puede provocar pérdidas auditivas leves de carácter temporal, que pueden pasar desapercibidas.
Un niño con perforación del tímpano puede tener acúfenos o zumbidos de oído y no oír tan bien como de costumbre.
Algunas elecciones relacionadas con el estilo de vida pueden proteger a los niños de las infecciones de oído:
Aunque se trata de algo muy poco frecuente, las infecciones de oído que no remiten o las que afectan al oído medio y son graves o repetidas pueden tener complicaciones. Por lo tanto, los niños que tengan dolor de oído o la sensación de tener los oídos tapados, sobre todo si estos síntomas van acompañados de fiebre, deberían ir al médico si no mejoran en un par de días.
Hay otras afecciones que también pueden causar dolor de oído, como la salida de los dientes (o dentición), el hecho de tener un objeto extraño dentro del oído y los tapones de cera. El médico de su hijo puede encontrar la causa de las molestias de su hijo y tratarlas.
Nota: Toda la informacion incluida en este material tiene propositos educacionales solamente. Si necesita servicios para diagnostico o tratamiento, tenga a bien consultar con su medico de cabecera.
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