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Una comunicación interventricular (CIV), a veces conocida como un agujero en el corazón, es un tipo de anomalía cardíaca congénita. En una comunicación interventricular, hay una abertura anómala en la pared que divide las dos cavidades cardíacas principales, encargadas de bombear sangre (los ventrículos).
La comunicación interventricular es la anomalía cardíaca congénita más frecuente. La mayoría de los casos de comunicación interventricular se diagnostican y se tratan con éxito y con pocas complicaciones o ninguna en absoluto.
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El ventrículo izquierdo y el ventrículo derecho del corazón están separados por una pared compartida, llamada tabique. Los niños con una comunicación interventricular tienen un pequeño orificio en ese tabique. Por lo tanto:
La sangre que fluye a través del orificio genera un ruido adicional, conocido como soplo cardíaco. Los médicos pueden escuchar el soplo cardíaco cuando auscultan al paciente con un estetoscopio.
Las comunicaciones interventriculares pueden ocurrir en diferentes lugares del tabique y pueden tener distintos tamaños.
Las comunicaciones interventriculares ocurren a medida que el bebé se desarrolla en el vientre materno. El corazón se desarrolla a partir de un tubo grande, que se divide en partes que acabarán convirtiéndose en tabiques y cavidades. Si ocurre algún problema durante este proceso, se puede formar un orificio en el tabique interventricular.
En algunos casos, la tendencia a desarrollar una comunicación interventricular se puede deber a que el bebé padece un síndrome genético asociado a un exceso o una falta de material cromosómico. De todos modos, la gran mayoría de las comunicaciones interventriculares no tienen una causa clara.
Si una comunicación interventricular provoca o no síntomas depende del tamaño del orificio y de su ubicación. Las comunicaciones interventriculares de tamaño reducido no suelen provocar síntomas y tal vez se cierren por sí solas.
Los niños mayores o los adolescentes con comunicación interventricular de tamaño reducido que no se cierran no suelen presentar síntomas, aparte del soplo cardíaco. Es posible que deban ir al médico con regularidad para asegurarse de que la comunicación interventricular no esté provocando ningún problema.
Las comunicaciones interventriculares medianas o de gran tamaño pueden causar síntomas notorios. Es posible que los bebés respiren más deprisa de lo normal y se cansen mientras intentan alimentarse. Tal vez comiencen a sudar o llorar mientras se alimentan y aumenten de peso lentamente.
Estos signos suelen indicar que la comunicación interventricular no se cerrará por sí sola y es posible que el niño necesite una cirugía de corazón. En general, esto se hace en los primeros tres meses de vida para prevenir otros problemas. Un cardiólogo puede recetar medicamentos para reducir los síntomas antes de la operación.
Los bebés con una comunicación interventricular de gran tamaño pueden desarrollar una insuficiencia cardíaca y tener problemas de alimentación que no les permitan aumentar bien de peso. También pueden tener infecciones frecuentes de pecho. Los niños con comunicación interventricular de pequeño tamaño están en riesgo de desarrollar endocarditis, una infección de revestimiento interno del corazón causada por bacterias presentes en el torrente sanguíneo. Siempre llevamos bacterias en la boca, y pequeñas cantidades de estas bacterias entran en el torrente sanguíneo cuando masticamos y cuando nos lavamos los dientes.
La mejor manera de proteger al corazón de una endocarditis es tener una buena higiene dental para reducir las bacterias en la boca. Los niños deben cepillarse los dientes y usar hilo dental todos los días, además de visitar regularmente al dentista. En general, los pacientes con comunicación interventricular no complejas no necesitan tomar antibióticos antes de las visitas al dentista, salvo durante los seis meses posteriores a una cirugía de comunicación interventricular.
Los médicos suelen detectar las comunicaciones interventriculares durante las primeras semanas de vida de los bebés, durante un examen de rutina. Escucharán un soplo cardíaco, que tiene ciertas características que les permiten saber que no se debe a otra cosa.
Si su hijo tiene un soplo cardíaco, es posible que su médico les indique ver a un cardiólogo pediátrico (un médico especializado en diagnosticar y tratar las afecciones del corazón en los niños).
El cardiólogo le hará una exploración física a su hijo y elaborará sus antecedentes médicos. Si el médico considera que se trata de una comunicación interventricular, es posible que le pida algunas pruebas, como las siguientes:
El tratamiento dependerá de la edad del niño y del tamaño, la ubicación y la gravedad de la anomalía. Es posible que un niño con un orificio de tamaño reducido que no provoca síntomas solo necesite visitar al cardiólogo con regularidad para asegurarse de que su anomalía no se asocia a otros problemas.
En muchos niños, los orificios pequeños se cierran por sí solos sin necesidad de una cirugía. Algunos no se llegarán a cerrar, pero tampoco aumentarán de tamaño. Los niños con comunicación interventricular pequeñas no suelen tener que restringir sus actividades físicas.
Los niños con comunicación interventricular de tamaño mediano a grande probablemente deban tomar medicamentos para favorecer la circulación y ayudar al corazón a funcionar con mayor eficacia. No obstante, los medicamentos por sí solos no cerrarán la comunicación interventricular. Por lo tanto, el cardiólogo podría recomendar una operación del corazón para reparar el orificio. En casos excepcionales, la comunicación interventricular se puede cerrar por medio de un cateterismo cardíaco.
Generalmente, la operación se lleva a cabo durante las primeras semanas a meses de vida del bebé. El cirujano hace una incisión en la pared del tórax y una máquina de circulación extracorpórea se encarga de mantener activa la circulación mientras el cirujano cierra el orificio. El cirujano puede coser directamente el orificio (cerrándolo con puntos de sutura) o bien, lo que es más habitual, coser un parche de material quirúrgico artificial sobre él. Con el tiempo, el tejido cardíaco se recupera sobre el parche o los puntos de sutura. Hacia los 6 meses después de la operación, el tejido habrá cubierto totalmente el agujero.
En contadas ocasiones, los cardiólogos recurren a un cateterismo cardíaco para cerrar algunos tipos de comunicación interventricular. Insertan un tubo delgado y flexible (un catéter) en un vaso sanguíneo de la pierna del niño que lleva al corazón. Y luego guían el tubo hasta el interior del corazón para hacer mediciones de flujo sanguíneo, presión y concentración de oxígeno en las cavidades cardíacas. Se coloca un implante especial (dos discos de malla metálica flexible) dentro del orificio del tabique. Este dispositivo está pensado para que se aplane contra el tabique a ambos lados y selle de forma permanente la comunicación interventricular.
En la mayoría de los casos, los niños que se han sometido a una operación para corregir una comunicación interventricular se recuperan rápidamente y sin complicaciones. Pero los médicos los observarán atentamente en busca de signos o síntomas de cualquier problema. Durante un tiempo, su hijo debe asistir a visitas médicas de seguimiento con el cardiólogo.
Si su hijo tiene dificultad para respirar, llame al médico o diríjase a la sala de emergencias inmediatamente. Otros signos de problemas incluyen los siguientes:
Llame al médico si percibe cualquiera de los signos anteriores después de una operación para cerrar una comunicación interventricular.
Que a un hijo le diagnostiquen una afección cardíaca puede asustar a cualquier padre. Pero lo bueno es que el cardiólogo pediátrico que trata a su hijo está muy familiarizado con las comunicaciones interventriculares y con la mejor forma de tratarlas. Después de la cirugía, la mayoría de los niños llevan vidas sanas y activas.
Nota: Toda la informacion incluida en este material tiene propositos educacionales solamente. Si necesita servicios para diagnostico o tratamiento, tenga a bien consultar con su medico de cabecera.
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