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Cuando las células del cerebro crecen de manera anormal y descontrolada, se puede formar un tumor (una masa de células). Si el tumor ejerce presión sobre algunas zonas del cerebro, puede afectar el funcionamiento del cuerpo.
Cuando se descubren a tiempo, los tumores cerebrales suelen ser tratables. Muchos de ellos son de crecimiento lento y se curan con una cirugía. Otros tipos de tumores, que crecen más rápido, tal vez requieran tratamiento adicional con radioterapia o quimioterapia, o ambos.
Hay muchos tipos diferentes de tumores cerebrales. Algunos son cancerosos (es decir que pueden extenderse a otras partes del cuerpo fuera del cerebro) y otros, no. Los médicos clasifican a los tumores según su ubicación, el tipo de células afectadas y la rapidez con que crecen.
Los tumores se agrupan en las siguientes categorías:
Los siguientes son algunos de los tipos de tumores cerebrales más comunes en los niños:
Los médicos no saben qué es lo que provoca los tumores cerebrales, pero los investigadores creen que puede tratarse de causas genéticas y ambientales.
Algunos niños con ciertas afecciones genéticas tienen más probabilidades de desarrollar tumores cerebrales. Las enfermedades como la neurofibromatosis, la enfermedad de von Hippel-Lindau y el síndrome de Li-Fraumeni se asocian con un mayor riesgo de tener tumores cerebrales.
Los tumores cerebrales pueden provocar síntomas por la presión directa sobre las partes circundantes del cerebro que controlan algunas funciones del cuerpo o por la acumulación de líquido cerebroespinal y presión en todo el cerebro (una afección que recibe el nombre de hidrocefalia).
Los signos y los síntomas varían según la edad del niño y la ubicación del tumor, pero pueden incluir los siguientes:
Como los síntomas pueden llegar a desarrollarse gradualmente y pueden ser similares a los de otras enfermedades comunes de la infancia, los tumores cerebrales pueden ser difíciles de diagnosticar. Si alguna vez está preocupado por los síntomas de su hijo, hable inmediatamente con el médico de su hijo.
Si un médico cree que un niño puede llegar a tener un tumor cerebral, hará un examen neurológico exhaustivo y pedirá estudios por imágenes del cerebro: una tomografía computada, una resonancia magnética o posiblemente ambas. Estos estudios les permiten a los médicos ver el interior del cerebro e identificar las zonas que presentan anomalías. Si bien ambos son indoloros, es necesario que los niños se queden quietos. A algunos niños, en especial a los más pequeños, se les pueden administrar sedantes para estos estudios.
Si los estudios por imágenes revelan la existencia de un tumor cerebral, es probable que el siguiente paso sea una cirugía. Un neurocirujano pediátrico intentará extirpar el tumor; si no es posible extirparlo por completo, se hará una extirpación parcial o una biopsia (extracción de una muestra para analizarla) para confirmar el diagnóstico.
La muestra del tumor se analiza y examina en un microscopio para determinar qué tipo de tumor es y si es de grado alto o bajo. Con esta información, los médicos pueden desarrollar el mejor plan de tratamiento para un niño que tiene un tumor cerebral.
Para el tratamiento de los tumores cerebrales se necesita un equipo de especialistas médicos. La mayoría de los niños con tumores cerebrales necesitan alguna combinación de cirugía, terapia de radiación y quimioterapia. Los avances en las tres áreas de tratamiento en las últimas décadas han contribuido a mejorar los resultados.
Cuidar de un niño con un tumor cerebral es muy complicado y es necesaria una gran coordinación entre los integrantes del equipo médico, que suele incluir a los siguientes profesionales:
Estos expertos escogerán la terapia del niño con mucho cuidado. Uno de los aspectos más difíciles del tratamiento de los tumores cerebrales es encontrar un tratamiento que sea efectivo y permita curar al niño pero sin causar efectos secundarios inaceptables.
Los neurocirujanos pediátricos están teniendo más éxito que nunca en ayudar a curar a niños con tumores cerebrales. Esto se debe, en parte, a las nuevas tecnologías de los quirófanos y, en parte, a que un enfoque quirúrgico agresivo en el momento del diagnóstico puede incrementar enormemente las probabilidades de curación.
Los neurocirujanos pueden usar dispositivos estereotácticos, que ayudan a marcar los tumores con imágenes 3D del cerebro durante la cirugía. También son más comunes las cirugías en etapas. Esto significa que, en lugar de intentar extirpar un tumor grande de golpe, los cirujanos extirpan solo una parte del tumor en el momento del diagnóstico. A continuación, el paciente recibe quimioterapia o radioterapia para achicar el tumor. Después, el cirujano realiza una segunda operación o incluso una tercera para intentar extirpar el resto del tumor.
Después de la cirugía, algunos pacientes tal vez no necesiten más tratamiento que una observación (controles periódicos y estudios por imágenes para estar atentos a la aparición de problemas). Muchos, sin embargo, necesitarán radioterapia, quimioterapia o una combinación de ambas terapias.
La radioterapia (el uso de luz de energía elevada para matar a las células que se están multiplicando rápidamente) es muy eficaz en el tratamiento de muchos tumores cerebrales pediátricos. Sin embargo, como el cerebro en desarrollo de los niños menores de 10 años (y en especial de los menores de 5 años) es muy sensible a sus efectos, la radioterapia puede tener consecuencias graves a largo plazo. Entre ellas se encuentran las convulsiones, los accidentes cerebrovasculares, los retrasos del desarrollo, los problemas de aprendizaje, los problemas de crecimiento y los problemas hormonales.
Los métodos de administración de radioterapia han cambiado de manera significativa en las últimas décadas. Las nuevas tecnologías asistidas por computadora les permiten a los médicos construir campos de radiación 3D que atacan de manera precisa el tejido tumoral y evitan las lesiones en estructuras importantes del cerebro, como los centros de la audición.
La quimioterapia (o quimio) es el uso de drogas para matar a las células de cáncer. Con frecuencia, se administra a través de un catéter intravenoso especial de larga duración, que recibe el nombre de vía central, y es probable que requiera hospitalizaciones frecuentes.
La quimioterapia se utiliza de forma rutinaria para los tumores del cerebro en los niños y tiene resultados positivos. Si bien la quimioterapia tiene muchos efectos secundarios a corto plazo (como fatiga, náuseas, vómitos y caída del cabello), tiene menos efectos secundarios a largo plazo que la radioterapia. De hecho, muchos niños con tumores cerebrales reciben tratamiento con quimioterapia para retrasar o evitar la radioterapia.
Las secuelas son problemas que los pacientes pueden desarrollar tras concluir el tratamiento contra el cáncer. En el caso de los sobrevivientes de tumores cerebrales pediátricos, las secuelas pueden incluir retrasos cognitivos (problemas con el aprendizaje y el pensamiento), convulsiones, problemas de crecimiento, deficiencias hormonales, problemas en la vista y la audición, y la posibilidad de desarrollar otro cáncer, incluido un segundo tumor cerebral.
Como estos problemas a veces no se presentan hasta después de años del tratamiento, es necesario el seguimiento médico y la observación minuciosa.
En algunos casos, los efectos a corto plazo pueden mejorar con la ayuda de terapia del habla y pueden continuar mejorando a medida que el cerebro se cura.
En otros casos, los niños pueden tener efectos secundarios más duraderos, como trastornos del aprendizaje; problemas médicos como la diabetes, el retraso del crecimiento o la pubertad tardía o temprana; discapacidades físicas relacionadas con el movimiento, el habla o la deglución, y problemas emocionales relacionados con el estrés del diagnóstico y el tratamiento. Algunos de estos problemas pueden agravarse con el paso del tiempo.
Esté atento a las posibles secuelas físicas y psicológicas, en especial cuando su hijo retome la escuela, las actividades y las amistades. Hable con los maestros acerca del modo en que el tratamiento afectó a su hijo y converse sobre las adaptaciones necesarias, que pueden incluir un horario limitado, más tiempo de descanso y visitas al baño, modificaciones en las tareas, las evaluaciones o las actividades del recreo, y la programación de los medicamentos. El médico puede ofrecerle consejos para hacer que este tiempo sea más sencillo.
Los padres a menudo se enfrentan al dilema de no saber cuánto le deben explicar a un hijo a quien le han diagnosticado un tumor cerebral. Aunque no hay ninguna respuesta adaptable a todos los casos, los expertos coinciden en la importancia de ser sinceros con el niño, pero también en la necesidad de adaptar los detalles de la explicación al grado de madurez emocional y la capacidad de comprensión del niño.
Dele toda la información que el niño necesita, pero no más de la que necesita. Y, cuando le explique el tratamiento, intente hacerlo por partes, dividiéndolo en pasos. Hablar de cada paso conforme vaya llegando (visitas a varios médicos, uso de máquinas especiales para obtener imágenes de su cerebro, necesidad de operarse) puede hacer que todo el proceso resulte menos abrumador. Si una familia necesita ayuda, los integrantes del equipo de atención de un tumor cerebral son expertos en ayudar a las familias a hablar con los niños y los hermanos.
Es importante tranquilizar a los niños explicándoles que el tumor cerebral no se debe a nada que ellos hayan hecho y que es normal estar enojado o triste. Escuche realmente los temores de su hijo y, cuando se sienta solo, busque apoyo. Los trabajadores sociales del hospital pueden ponerlo en contacto con otras familias que han pasado por lo mismo y tal vez tengan información para compartir. También puede conectarse con otros cuidadores o sobrevivientes del cáncer en línea.
Y tenga en cuenta también que es habitual que los hermanos se sientan abandonados, celosos y enfadados cuando un niño de la familia padece una enfermedad grave. Explíqueles lo que usted crea que son capaces de entender y pida ayuda a otros miembros de su familia, a los maestros y sus amigos para mantener un entorno lo más normal posible para ellos.
Por último, y por mucho que le cueste, intente cuidar de sí mismo. Los padres que reciben el apoyo necesario son más capaces de brindar apoyo a sus hijos.
Nota: Toda la informacion incluida en este material tiene propositos educacionales solamente. Si necesita servicios para diagnostico o tratamiento, tenga a bien consultar con su medico de cabecera.
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