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La cirugía para tratar la epilepsia es una operación que se hace en el cerebro para reducir o detener las crisis convulsivas propias de la epilepsia. Se contempla la cirugía cuando las crisis convulsivas de un niño no se controlan con medicamentos u otros tratamientos (lo que se conoce como epilepsia intratable). La operación tiene el objetivo de detener todas las crisis convulsivas o, por lo menos, hacer que ocurran menos a menudo.
Los niños más aptos para la cirugía suelen tener crisis que proceden de una zona del cerebro, que el cirujano puede extraer o separar sin causar ningún problema neurológico permanente ni significativo.
Después de la operación, algunos niños pueden dejar de tomar sus medicamentos para la epilepsia, aunque la mayoría de ellos los deberán seguir tomando, pero en menor cantidad.
La cirugía incluye la cirugía de resección y la callosotomía.
En la cirugía de resección, los médicos extraen el área del cerebro que causa las crisis convulsivas. A veces, solo se trata de un trozo muy pequeño de cerebro; otras veces, se extrae una parte mayor. La cirugía de resección puede ser una:
En la callosotomía del cuerpo, se corta el cuerpo calloso. El cuerpo calloso es la conexión, o manojo de fibras nerviosas, que conecta ambos lados del cerebro (hemisferios cerebrales) y que les permite comunicarse entre sí. Si se corta, una convulsión que empieza en un lado del cerebro no se puede propagar al otro lado. A menudo, esto no detendrá por completo todas las convulsiones, pero estas ocurrirán con menos frecuencia, lo que mejorará la calidad de vida del paciente.
Un neurólogo especializado en la epilepsia (o epileptólogo) hace pruebas para identificar en qué parte del cerebro empiezan las crisis. Luego, un equipo de especialistas en medicina se reúne para hablar sobre cómo llevar a cabo la operación. Entre estas personas, se incluyen:
Entre las pruebas que se solicitan, se incluyen las siguientes:
También se pueden hacer estas pruebas para saber qué parte del cerebro controla actividades como el habla, la memoria y la vista:
Al planificar la cirugía para la epilepsia, el equipo puede decidir que un niño necesita hacerse un electroencefalograma intracraneal, que permite ver con más claridad de dónde proceden las crisis convulsivas. Colocarán electrodos directamente dentro del cerebro mientras el niño esté bajo anestesia general. Esto permitirá al epileptólogo mapear el cerebro e identificar las partes responsables de tareas tan importantes como el control del movimiento y el procesamiento del lenguaje.
Las dos formas principales de realizar una monitorización intracraneal por electroencefalograma son:
Al niño le pondrán anestesia general para que esté dormido durante toda la operación y no sienta ningún dolor. Es posible que le afeiten el cabello en el lugar de la incisión para reducir las probabilidades de infección.
El neurocirujano hará una craneotomía para exponer el cerebro. Luego, en función del tipo de operación, el cirujano extraerá una parte del cerebro o bien cortará el cuerpo calloso. Seguidamente, volverá a colocar otra vez la parte del cráneo extraída en su sitio para que se pueda curar bien.
La mayoría de las operaciones de epilepsia duran varias horas.
Después de la operación, llevarán a su hijo a un área especial de recuperación llamada "unidad de reanimación" o "PACU" (unidad de cuidados postanestésicos), hasta que se haya recuperado por completo de la anestesia.
Dependiendo del tipo de operación que le hagan a su hijo, es posible que pase la primera noche ingresado en una unidad especial de cuidados intensivos y que luego ingrese en la unidad de neurocirugía durante el resto de su internamiento hospitalario.
La mayoría de los niños vuelven a casa 3-4 días después de la operación, dependiendo del procedimiento que se haya realizado. La recuperación total con respecto a la cirugía para la epilepsia puede llevar por lo menos 3-4 semanas.
Entre los posibles riesgos asociados a la cirugía, se incluyen la infección, el sangrado, la hinchazón cerebral y las complicaciones de la anestesia.
Hay otros riesgos que dependen del tipo de concreto de operación que se lleve a cabo. Estos riesgos incluyen un incremento de las crisis convulsivas, cambios en el habla, la vista, la memoria, el lenguaje y el movimiento. El epileptólogo y el neurocirujano hablarán con ustedes sobre la operación específica que le vayan a practicar a su hijo.
Ayude a su hijo a prepararse para la operación. Los niños de todas las edades lo afrontan todo mucho mejor si tienen una idea sobre qué es lo que les va a ocurrir y por qué.
Use palabras sencillas y tranquilizadoras para explicarle a su hijo por qué lo tienen que operar. Hablen sobre el problema médico y sobre por qué es necesario operarlo. Dependiendo de la edad que tenga su hijo, puede hablar un poco con él sobre la operación y el período de recuperación. El médico de su hijo les puede recomendar libros, artículos y otros recursos adecuados para la edad de su hijo que lo podrían ayudar a entenderlo.
Después de operarse, su hijo estará muy somnoliento y necesitará descansar. Usted lo puede ayudar, limitando tanto las visitas como el horario de las mismas.
Su hijo deberá acudir a todas las visitas de seguimiento y es posible que necesite fisioterapia, terapia ocupacional y/o logopedia después de salir del hospital. Programe todas las visitas de seguimiento que les recomiende el médico de su hijo.
En casa, su hijo necesitará recibir cuidados hasta que se recupere de la operación.
Llame al médico de inmediato si su hijo:
Nota: Toda la informacion incluida en este material tiene propositos educacionales solamente. Si necesita servicios para diagnostico o tratamiento, tenga a bien consultar con su medico de cabecera.
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