La neumonía (o pulmonía) es una infección de los pulmones. Normalmente, los pequeños sacos de los pulmones están llenos de aire. Cuando una persona tiene neumonía, los sacos de aire se le llenan de pus y otros líquidos.
Algunos de los signos y síntomas de la neumonía son los siguientes:
Los virus, como el de la gripe o el VRS (virus respiratorio sincitial), causan la mayoría de los casos de neumonía. Cuando la causa de la neumonía es un virus, los niños suelen tener síntomas que aparecen a lo largo del tiempo y que tienden a ser leves.
Con menos frecuencia, la neumonía está causada por bacterias. Cuando la neumonía es de origen bacteriano, los niños suelen enfermar más rápidamente, empezando con fiebre alta repentina, tos y, a veces, respiración rápida. Los tipos de neumonía bacteriana incluyen la neumonía neumocócica, la neumonía por micoplasma (o neumonía errante) y la tos ferina (o pertussis).
Para saber si un niño tiene una neumonía, los médicos le harán una exploración física. Revisarán el aspecto del niño, su patrón respiratorio y sus signos vitales. Escucharán sus pulmones y es posible que soliciten una radiografía de tórax (pecho).
Las personas que tienen una neumonía de origen viral no necesitan tomar antibióticos. Los antibióticos solo son eficaces contra las bacterias, no contra los virus. Las personas con una neumonía causada por el virus de la gripe o el COVID-19 pueden tomar un medicamento antiviral al comienzo de la enfermedad.
Los médicos tratan las neumonías de origen bacteriano con antibióticos que se toman por la boca. Generalmente, esto se puede hacer en el domicilio del paciente. El tipo de antibiótico recetado dependerá del tipo de bacteria que haya causado la neumonía.
Algunos niños pueden necesitar tratamiento en un hospital si la neumonía les causa fiebre alta duradera o problemas respiratorios, si necesitan oxígeno, están vomitando y no pueden tomar el medicamento por la boca, o si tienen una infección pulmonar que se puede haber propagado al torrente sanguíneo.
El tratamiento hospitalario puede incluir la administración por VI (vía intravenosa) de antibióticos y líquidos, así como tratamientos respiratorios. Los casos más graves se pueden tratar en la unidad de cuidados intensivos (UCI).
Las personas con neumonía necesitan descansar mucho y tomar abundantes líquidos mientras su cuerpo combate la infección. El paracetamol (como la marca Tylenol) o el ibuprofeno (como las marcas Advil o Motrin) pueden ayudar a aliviar la fiebre si está causando molestias al niño. No le dé aspirina (ni ningún otro medicamento que contenga salicilatos) a su hijo en edad infantil o adolescente, porque se ha asociado a una enfermedad inusual pero grave llamada síndrome de Reye, que puede llevar a insuficiencia hepática y a muerte.
Si el médico cree que su hijo podría tener una neumonía bacteriana, le recetará antibióticos. Dele los medicamentos respetando el horario y durante el tiempo que le indique el médico. Esto ayudará a que su hijo se recupere antes y a prevenir el contagio de la infección a otras personas. Si su hijo tiene resuello o hace "pitos" al respirar, el médico podría recomendarle el uso de tratamientos para respirar mejor.
Pregunte al médico antes de usar cualquier medicamento para tratar la tos de su hijo. No se recomienda el uso de medicamentos para la tos o para el resfriado de venta sin receta en niños menores de 6 años. Si su hijo no parece encontrarse mejor al cabo de unos pocos días, llame a su médico para que lo aconseje.
Con tratamiento, la mayoría de las neumonías de origen bacteriano se curan en 1-2 semanas. La neumonía errante y la neumonía de origen viral pueden tardar 4-6 semanas en remitir por completo.
Por lo general, la neumonía no es contagiosa, pero los virus y las bacterias de las vías respiratorias que la causan sí que son contagiosos. Cuando estos gérmenes están en la boca o la nariz de una persona, esta persona puede transmitir la enfermedad al toser y al estornudar.
Estos gérmenes también se pueden contagiar si se comparten vasos o cubiertos con una persona infectada o si se tocan los pañuelos usados por esa persona. Si alguien de su casa tiene una infección respiratoria o una infección de garganta, mantenga sus vasos y demás utensilios para comer separados de los del resto de la familia y lávense las manos a fondo y con frecuencia, sobre todo si manipula pañuelos sucios.
Algunos tipos de neumonía se pueden prevenir poniéndose la vacuna correspondiente. Los niños suelen recibir las vacunas ordinarias contra el neumococo, la Haemophilus influenzae y la tos ferina a partir de los 2 meses de edad.
Se recomienda que todos los adultos y los niños de 6 meses en adelante se pongan la vacuna antigripal y la vacuna contra el COVID-19. Estas vacunas son de vital importancia para los niños con enfermedades crónicas, como los trastornos cardíacos o pulmonares (asma).
La vacuna contra el virus respiratorio sincitial es recomendable que la reciban al principio de la temporada donde más abundan las infecciones por este virus (del otoño hasta la primavera en Estado Unidos) todos los bebés menores de 8 meses y algunos bebés de 8–19 meses que corren un mayor riesgo de ponerse muy enfermos si contraen una infección por el virus respiratorio sincitial.
Siempre que sea posible, mantenga a su hijo alejado de cualquier persona con síntomas (congestión o secreción nasal, dolor de garganta, tos) de una infección respiratoria. Durante la pandemia, se mostró que el uso de mascarillas resulta muy útil para prevenir el contagio de los virus y las bacterias que causan la neumonía.
Sepa si los antibióticos ayudarán a su hijo a sentirse mejor, o si todo lo que necesita es un poco de amor.
Nota: Toda la informacion incluida en este material tiene propositos educacionales solamente. Si necesita servicios para diagnostico o tratamiento, tenga a bien consultar con su medico de cabecera.
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