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Tener la voz ronca consiste en que la voz suena áspera, rasposa, apagada o como jadeante al hablar. La voz ronca ocurre cuando las cuerdas vocales están forzadas, irritadas o muy cansadas. En los niños, esto puede ocurrir debido a actividades que hacen cada día, como chillar fuerte al animar a su equipo en un partido, cantar a todo pulmón su canción favorita mientras se duchan o llamar a voz en grito a sus amigos en el patio.
Tener la voz ronca durante unas horas el día siguiente a un partido importante no es nada que deba preocupar. Generalmente, la voz vuelve a la normalidad por sí sola.
Pero la ronquera crónica puede durar días, semanas o incluso meses. Si ocurre en un niño, este debería ir al médico. Puede ser necesario hacer sesiones de logopedia para que las cuerdas vocales se recuperen y vuelvan a entonar a la perfección.
Las cuerdas vocales son unas delicadas bandas de tejido que hay dentro de la laringe, el órgano de fonación. Cuando hablamos, el aire nos sale de los pulmones. En la laringe, las cuerdas vocales, unas bandas de fibras musculares en forma de V, se preparan para emitir sonidos, enderezándose y juntándose las distintas bandas entre sí. Cuando el aire pasa a su través, las bandas vibran. Esta vibración, combinada con el movimiento de la lengua, los labios y los dientes, es lo que genera el sonido de la voz.
Un uso inadecuado crónico (duradero o persistente) de las cuerdas vocales, debido a conductas como gritar mucho o usar la voz de una manera no natural, deteriora o desgasta las cuerdas vocales. Estas se pueden estirar demasiado o rozarse entre sí, causando pequeñas irritaciones. Si no se permite que las cuerdas vocales se recuperen y se curen, esas irritaciones se pueden convertir en pequeñas callosidades: nódulos de las cuerdas vocales. Los nódulos en las cuerdas son la principal causa de la ronquera crónica en los niños.
Los nódulos se pueden desarrollar cuando los niños hacen conductas como las siguientes durante largos períodos de tiempo:
Otras causas de la ronquera crónica son las siguientes:
Los médicos derivarán a los niños con ronquera crónica para que los evalué un otorrinolaringólogo (médico especializado en el oído, la nariz y la garganta). Los otorrinolaringólogos:
Entre las pruebas de diagnóstico, se incluyen las siguientes:
Laringoscopia flexible. Durante esta prueba, un diminuto tubo flexible de fibra óptica provisto de una cámara en un extremo (llamada telescopio) se introduce por un orificio nasal hasta llegar a la garganta del niño. Proporciona una imagen aumentada del interior de la laringe. Se le pide al niño que hable, cante, tosa, aspire por la nariz y emita sonidos que hagan vibrar a las cuerdas vocales. Los movimientos de las cuerdas vocales se graban en una computadora para que el especialista los pueda analizar más adelante.
Laringoscopia rígida. Esta prueba se puede practicar en la consulta con niños mayores, pero los niños muy pequeños y otros que no toleren la laringoscopia flexible se someterán a esta prueba en un quirófano y bajo anestesia general. El telescopio rígido se introduce por la boca y ofrece la mejor visión de las cuerdas vocales. También se graban las imágenes de las cuerdas vocales cuando están en reposo.
Estroboscopia laríngea. Para obtener una imagen precisa de las cuerdas vocales en plena acción, los médicos hacen pasar un telescopio, rígido o flexible, unido a una luz estroboscópica por el interior de la garganta. La luz estroboscópica parpadea en sincronía con la vibración de las cuerdas vocales mientras va hablando la persona. Esto facilita a los médicos la determinación de la frecuencia del movimiento. Puesto que las vibraciones individuales ocurren demasiado deprisa para captarlas a simple vista, la tecnología estroboscópica proyecta las vibraciones a cámara lenta.
El tratamiento de la ronquera causada debido a la presencia de nódulos en las cuerdas vocales supone hacer cambios conductuales para que las cuerdas vocales se recuperen hasta curarse por completo. Los logopedas trabajan uno a uno con los niños y sus familias para favorecer unos buenos hábitos vocales, lo que ellos llaman una buena "higiene vocal".
Un programa típico de higiene vocal incluye:
Puede ser complicado que los niños con unos malos hábitos bien establecidos, como hablar gritando cuando están emocionados o enfadados o aclararse la garganta cuando están nerviosos, hagan esos cambios. El primer paso consiste en hacer que los niños sean conscientes de su comportamiento y sepan con qué frecuencia lo hacen.
Los niños mayores pueden aprender a hacer un seguimiento de la frecuencia con que hacen el comportamiento problemático (tal vez llevando un registro en un diario), porque pueden estar haciéndolo sin ni siquiera ser conscientes de ello. Luego podrán poner en práctica las habilidades que vayan aprendiendo en la terapia cuando estén en su casa, en la escuela y con sus amigos.
Los padres pueden fomentar unos buenos hábitos vocales dando un buen ejemplo con su comportamiento. Por ejemplo, en vez de llamar a su hijo a gritos desde otra habitación, vaya a su habitación y dígaselo en voz baja. Establezca un rato de tranquilidad (tal vez media hora al día) donde todos hablen en voz muy baja cuando estén en interiores.
Los sistemas de refuerzo para establecer estas conductas pueden ayudar a los niños de enseñanza primaria. Ofrézcales adhesivos, vales, más tiempo de TV, acostarse un poco más tarde o premios similares para que los niños vayan adquiriendo estos nuevos y saludables hábitos.
Nota: Toda la informacion incluida en este material tiene propositos educacionales solamente. Si necesita servicios para diagnostico o tratamiento, tenga a bien consultar con su medico de cabecera.
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